Publicado en El Norte de Castilla el 14 de septiembre de 2012
Cada año la misma historia. Qué hartazgo el ver a Valladolid en todos los medios de comunicación protagonizando una bestialidad que, al parecer, todavía defienden muchos. Duele especialmente constatar que un pueblo precioso como Tordesillas, una ventana abierta a la cultura y a la historia, se vea envuelta en la polémica todos los años. Algunos no encontramos explicación a que esa salvajada todavía tenga tantos adeptos. Nos dirán que no lo entendemos y nos intentarán convencer con el argumento estúpido (al que muy fácilmente se le puede dar la vuelta) de que es una tradición o con el argumento gañán de “a quien no le guste, que no venga”. En fin, cuando veo las imágenes, siento que hemos regresado a la Edad Media. Durante la última semana, otro episodio vergonzoso nos ha empujado a las sucias cloacas medievales. La historia es bien sabida: un vídeo erótico de una concejala manchega provoca que sea recibida y despedida con abucheos y gritos de puta y zorra en el pleno del Ayuntamiento. La jauría ibérica en acción queriendo linchar a la pecadora. Puerto Hurraco versión 2.0. Como las tribus de Afganistán linchando a las adúlteras pero en versión cañí. En los foros más rancios, retrógrados, casposos y reprimidos llevan una semana crucificando a esta mujer. Nadie habla del verdadero delincuente: el que ha difundido un vídeo privado. Si el vídeo era para consumo propio, para su marido, para un futbolista o para el Papa, es algo que incumbe sólo a los implicados. El miércoles la concejala mandó una nota de prensa en la que rogaba que se separasen claramente los aciertos y errores de su ámbito privado (que sólo a ella y a su familia conciernen) de aquellos asuntos relacionados con su actividad pública. Da lo mismo: una panda de talibanes sigue queriendo mandarla a la hoguera. Son personas que se rasgan las vestiduras ante la paja en el ojo ajeno (y no es un juego de palabras) y se tragan la viga entera en el propio. Son carne de la Edad Media. Habría que decirles que es muy sano arrancar las hojas del calendario. Alguno todavía anda por el siglo XV.