Publicado en El Norte de Castilla el 23 de noviembre de 2012
Se estrena la película que se llevó el Premio del Público en la última Seminci. “Díaz. No limpiéis esa sangre” es un retrato de la brutal carga policial sobre un grupo de estudiantes y periodistas que ocuparon pacíficamente la sede de la escuela Díaz, en Génova, durante la cumbre del G8 de 2001. Coincide el estreno con la resaca de las violentas cargas policiales en las manifestaciones del 14-N. También con las multas a dos fotógrafos que, aparte de ser apaleados, cometieron la terrible osadía de fotografiar la injustificable carga policial en la estación de Atocha el pasado 25 de septiembre. Aquellas escenas de brutalidad cruzaron las fronteras y sirvieron para que Mayor Oreja pidiera que se prohibiera la emisión de imágenes de las manifestaciones. En Italia quieren restringir el derecho a manifestarse y aquí no faltan personas de cardados demodé que piden incluso la prohibición de las huelgas. Lo van consiguiendo poco a poco. Daniele Vicari, el director de “Díaz. No limpiéis esa sangre”, afirma que “las democracias europeas descubrieron que la democracia ya no era necesaria” y mantiene la teoría de que los hechos ocurridos en Génova en 2001 dieron el pistoletazo de salida a la marea de represión policial que se extiende ahora en Europa. E insiste: “de hecho, la policía ya pega también a los niños”. Eso mismo sucedió hace unos días en Tarragona. Unos Mossos d’Escuadra abrieron la cabeza a un niño de 13 años. Una chica de 16 años que pasaba por allí recriminó la acción a los policías y fue apaleada. El “sheriff” de los Mossos se descolgó diciendo que el niño formaba parte de un piquete y que todo fue un “hecho involuntario fruto del rebote de una porra”. Anteriormente un portavoz de la policía había afirmado que “las heridas del chaval se las habría producido él mismo al caer contra la acera”. Las imágenes, sin embargo, muestran que estos tipos mienten y nos tratan como a imbéciles. Ahora probablemente multen a los que grabaron el vídeo. Ya se sabe: ayer, guardianes de la paz; hoy, fuerzas del orden. El cambio de denominación debería hacernos reflexionar.