“El asiento central de un avión es un potro de tortura: el más incómodo, el más sucio, la mitad de íntimo y si tu vida depende de que te reconozcan, el doble de peligroso. Pero un kazajo con gripe al que expulsan de Estados Unidos no es un pájaro al que dejen elegir asiento.
Estuve un rato pensando en la utilidad de instalar airbag en los aviones.
Oscurecieron la cabina, enunciaron los cinco mandamientos de la religión aérea y el 747 aceleró lento y pesado como si llevara la panza macizada de plomo, pero a mitad de pista tomó una velocidad inverosímil para su tamaño y despegó del suelo con la gracilidad de una garza… tal cual que el arranque a medio tiempo y final vertiginoso del single Heaven and Hell”.
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