“El Murciélago rió a carcajadas. De manera estentórea y fuera de lugar. Forcejeé con las ligaduras y sólo sentí dolor. Aquel tipo seboso de rostro blanquecino me repelía profundamente. Claro que yo no estaba en condiciones, en aquellos momentos, de elegir pareja de baile.
– No le gustó el puto infierno y ha regresado, ¿no? -escupí de forma airada.
– El cielo puede esperar. Todo lo que tengo es tiempo hasta el fin de los tiempos”.
El Murciélago y el Infierno (pag. 106), amazon.com