Publicado en El Norte de Castilla el 31 de mayo de 2013
No levantan cabeza. Eso les pasa por nacer coronados y tener que llevar en la chola un joyón más pesado que Falete vestido de buzo. ¡Pobrecitos! Annus horribilis real que dura ya más de doce meses. La penúltima desventura señala que la infanta Elena ha sido multada por conducir un tractor en Valladolid sin seguro. Al parecer todo se debió a un error del agente de la Benemérita que al tramitar una denuncia dejó sin completar el número del DNI y quedó registrado el 12 que corresponde a la infanta. Ahora ya no se nos quitará de la mente la imagen de doña Elena subida en un tractor y saludando al populacho por los campos de Castilla. Lejos quedan las fotos de la familia real saludando desde el yate Fortuna. Algo que, por cierto, no volveremos a ver. El rey se queda sin Fortuna y devuelve el yate que unos generosos empresarios regalaron en su día al Borbón. El peloteo de los catetos empresarios de provincias para obligar al rey a veranear en Mallorca ha llegado a su fin. Ahora los donantes del Fortuna exigen que el yate retorne a “los activos de la Fundación”. Ay, Santa Rita, ya no se te respeta. Extraño concepto de regalo el que tienen estos empresarios. Se les olvida decir que el regalo envenenado supuso crear una fundación “de interés cultural” para beneficiarse de las desgravaciones fiscales y que aquello les convenía, y mucho, para fomentar el turismo en Baleares y, de paso, sus propios negocios. También se les olvida que el mantenimiento de ese emponzoñado regalo nunca salió de sus bolsillos ni tampoco del bolsillo real. Se habla mucho de la corrupción política y poco de la corrupción empresarial. El jefe de estos dadivosos empresarios acaba de eructar de nuevo. Ahora dice que hay que industrializar la sanidad y fiscalizar la educación. Nada nuevo bajo el sol. Mucha caspa, mucha chulería y toneladas de insolidaridad. Se podría meter en el yate a esos empresarios tan altruistas y mandarles al carajo. Y si la familia real está abierta a nuevos agasajos a cambio de su inestimable presencia veraniega podríamos regalarles La leyenda del Pisuerga. Y en el mismo lote un tractor.