Publicado en El Norte de Castilla el 29 de noviembre de 2013

Me revienta escuchar a alguien que, para dignificar su trabajo, echa mierda sobre el de los demás: “un tebeo es infantil, yo hago novela gráfica; el rock es ruido, yo compongo música clásica; Stephen King no es literatura, yo escribo verdadera literatura”. Aquí somos muy de eso. De hecho, asistir a cualquier presentación de libros lleva implícito escuchar desprecios similares. No hace mucho un gurú cultural se atrevió a afirmar sin sonrojo que en España sólo había 10.000 lectores de alta literatura. El resto debemos ser chusmilla que leemos basura triturada y teledirigida. Por cierto, si yo leo Madame Bovary y acto seguido El código Da Vinci ¿en qué situación quedo? ¿Me perdonarán la vida los guardianes de las esencias? Sospecho que con estas luchas estúpidas y estos desprecios continuos nos estamos confundiendo. Por mucho que les pese a ciertos colegas, el enemigo no es Ken Follet, ni Stieg Larsson, ni las novelas de vampiros. Hay que tener amplitud de miras y no ser un talibán de la excelencia. Alguien que no puede ser considerado sospechoso como Vargas Llosa decía sobre Millenium lo siguiente: “Una novela puede ser al mismo tiempo formalmente imperfecta y excepcional”. Algunos no lo han entendido todavía. Como tampoco han entendido que el verdadero enemigo de la literatura no son esos libros que tanto odian (entre los que hay excelentes novelas y novelas muy malas, como las hay entre las de alta alcurnia) sino el desembarco de fenómenos asquerosos como el que esta misma semana ha sacudido los cimientos del mercado editorial. Ya saben, esa imagen lamentable de kilométricas colas para la firma de libros de Belén Esteban, quien al parecer tuvo que ser escoltada por miembros de seguridad dada la muchedumbre que se agolpaba para comprar su libro. No hace falta ser muy listo para entender que alguien que lee La catedral del mar puede acabar leyendo Nuestra Señora de París. Igual que no hay que ser especialmente avispado para saber que a alguien que ha estado horas en una cola para que le firme un libro Belén Esteban sólo le interesa Sálvame Deluxe.