“Heather Woodward, la mujer del ministro inglés, comenzó de nuevo a llorar. Mezclaba sollozos, jadeos y gritos a un ritmo trepidante. De pronto, empezó a temblar y a sentir que le faltaba el aire. Negroponte se acercó a ella y la abrazó por detrás, susurrándole cosas al oído:
— He bebido del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira….”.
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