Elvis vive, efectivamente, y vive más que nunca. Vive su música, su legado, su mito. La pelvis más famosa de todos los tiempos. La revolución más memorable de los Estados Unidos. Sus eróticos bailes que escandalizaron a las conservadoras familias sureñas. Su voz de barítono del Mississippi y su cuerpo sensual: una voz negra en un cuerpo blanco. El magnetismo, en fin, de un cantante que supo robar todo lo que le servía para esculpir una de las carreras musicales más importantes de la historia. Elvis, un chico de Menfis, guapo, rebelde, magnético y, sobre todo, muy listo: se quedó con la simplicidad y la gracia country, con el encanto de los crooners y con la salvaje sexualidad de la música negra. Le debemos la fundación del rock and roll o, al menos, el haber sido el encargado de sacar el rock and roll del círculo afroamericano en el que estaba confinado y enseñarlo al mundo. Que Dios le bendiga: hoy hace treinta años que murió el rey. Al menos eso dicen.
Como un juego de palabras: elvis is alive. Efectivamente, treinta años después de su muerte, Elvis está más vivo que nunca: un ejército de dobles suyos pululan por el planeta, el santuario hortera de Graceland cada vez recibe a más peregrinos y su hija saca hoy mismo un videoclip en el que canta junto a él la mítica “In the guetto”. La última locura viene protagonizada por un curioso documental que certifica que Elvis Presley está vivo y reside en Argentina. En él asistimos, durante unos diez minutos, a una serie de entrevistas con gente que jura haberle visto. El equipo de grabación indaga sobre el supuesto domicilio del cantante y llegan a grabarle en una casa privada de Parque Leloir, sentado en una silla de ruedas. Para los más curiosos: http://www.youtube.com/watch?v=KCfaRZdes-g