Publicado en El Norte de Castilla el 6 de febrero de 2015
Hace unos días una investigadora que acababa de recibir el Premio Extraordinario de Doctorado entregó su tarjeta de embarque como protesta ante la lamentable situación que están viviendo muchos investigadores que tienen que abandonar España para irse a trabajar al extranjero. Se trataba de una psicóloga que, tras terminar un contrato predoctoral mileurista y trabajar un año gratis, tuvo que irse a Chile a buscar la oportunidad que aquí se le negaba. Su caso es idéntico al de miles de investigadores que abandonan su país llenos de rabia y de impotencia: jóvenes que regalan todo lo que tienen para irse sólo con una maleta, que se despiden durante un mes de todos sus amigos y familiares mordiéndose las lágrimas, que cogen un avión cargados de miedo y de tristeza para buscar un futuro que en España les están robando. Algún día nos contarán los millones de euros que se están dilapidando detrás de las puertas de embarque de los aeropuertos. La formación universitaria es muy cara y la pagamos entre todos y si la gente más preparada se va estamos regalando riqueza a otros países. Con su gesto ella ha querido reivindicar la sangría de personas muy valiosas que está sufriendo nuestro país. Cualquiera lo comprende. Sin embargo escucho a gente decir que ha caído en un histrionismo mediático y que ha estado desafortunada. Sólo les ha faltado recurrir a lo del populismo, que es lo que ahora se lleva. Ni el derecho al pataleo les dejan. Hasta eso molesta a los caciques que han mangoneado tradicionalmente todo y a los abrazafarolas que les lisonjean. Estos investigadores, que son expulsados de su propio país (movilidad geográfica lo llama la Pastor) son testigos de las fortunas ocultas que se destapan diariamente (esta misma semana nos hemos enterado que a la Duquesa de Alba le salía a devolver su declaración de la renta) pero no pueden decir nada porque les llaman populistas. Saben que Kiko Rivera cobra 50.000 euros a la semana y Belén Esteban 65.000 mientras ellos, en el mejor de los casos, ganan entre 900 y 1.200 euros al mes y no pueden decir nada. Porque eso es populismo y está muy feo.