Silver Kane vuelve en plena forma. Secuestros desde helicópteros fantasmales, muertes por rayos teledirigidos, o por ataques de serpientes de cascabel o de caimanes feroces. Un secuestro imposible desde las alturas, una chica ciega que dispara como el mejor de los profesionales, una familia tremendamente rica, serpientes voladoras y un tipo, Jess Malone, que hace parecer a James Bond una nenaza. El gran Silver Kane nos presenta al tal Jess Malone, detective hasta que le retiraron la licencia y que ahora vive de dar clases de judo, kárate y técnicas especiales (“cómo la de ahogar a un tío con sólo cuatro dedos, una técnica nueva que me hubiera gustado patentar pero no me dejan”). Nuestro héroe se propone descubrir y rescatar a una heredera multimillonaria que ha sido secuestrada en mitad de una exhibición aérea. Las distintas escenas que se suceden alrededor del caso, mientras los secuestradores intentan cobrar el rescate, son dignas, por originalidad, misterio y litros de adrenalina derramados, de la mejor de las películas de acción. Eso sin abandonar el sempiterno humor de Silver Kane, como cuando el protagonista explica la causa de su última detención a causa de una pelea callejera con unos gamberros que querían ultrajar a una chica: “dejé sin dientes a dos, pero no sé de qué se quejaron si al fin y al cabo los tenían llenos de caries”. Tampoco se olvida Kane de dar un repaso a la policía y a sus particulares malos hábitos. Así, cuando el comisario manda buscar entre sus hombres a unos cuantos agentes para hacer un servicio de vigilancia y les pide que no se noten que son policías, es decir “que no escupan, que no insulten a los negros, que no jueguen a los dados dentro del coche, que no estén borrachos, que no intenten echar mano a cada golfa que pase y que no digan a gritos que ganan muy poco”, la contestación del subalterno resulta desoladora: “No sé si habrá algún policía que pueda estar más de media hora sin hacer eso, señor”. En fin, para terminar, no quisiera olvidarme de la capacidad portentosa de Silver Kane para parir fantásticos títulos. Y si en esta ocasión el título de la novela no es especialmente memorable sí lo son en cambio los títulos de los 12 capítulos, todos con el mismo esquema e idéntico atractivo: EL INCREÍBLE CASO DE LA SEÑORA CROSSMAN, EL INCREÍBLE CASO DE LA SEÑORA KEYTON, EL INCREÍBLE CASO DE JESS MALONE, EL INCREÍBLE CASO DEL JEQUE AL AKBAR, EL INCREÍBLE CASO DEL TREN QUE LLEGÓ EN PUNTO, EL INCREÍBLE CASO DE LA MANSIÓN CON LAS TRES PISCINAS, EL INCREÍBLE CASO DE LA PISCINA HAMBRIENTA, EL INCREÍBLE CASO DE LA FRENTE ROJA, EL INCREÍBLE CASO DE LOS FUMADORES DE BALAS, EL INCREÍBLE CASO DE LA MUERTE QUE LLEGÓ CON EL VIENTO, EL INCREÍBLE CASO DEL HOMBRE QUE INVENTÓ EL RAYO, EL INCREÍBLE CASO DEL VENDEDOR DE MUERTOS, EL INCREÍBLE CASO DE LA MUERTE EN TRES ELEMENTOS, EL INCREÍBLE CASO DE LA SERPIENTE VOLADORA y EL INCREÍBLE CASO DE LOS OJOS MUERTOS. Canela fina. Grande Kane.