París, 1633. El cardenal Richelie llama a La Fargue y le pide que vuelva a reunir a un pequeño grupo de élite formado por expertos espías y habilidosos espadachines conocido como las espadas del cardena, un grupo desmantelado años atrás por culpa de una traición durante el sitio de La Rochelle. El motivo es encontrar al hijo de un noble español desaparecido en misteriosas circunstancias y, en última instancia, impedir que la poderosa logia de La Garra Negra se instale en territorio francés. Lo que en principio parece una novela de capa y espada al más puro estilo de Los tres mosqueteros (con quién comparte espíritu e incluso algún personaje a modo de cameo) no tarda en presentarse como una novela con deliciosos toques fantásticos: rituales mágicos elaborados con conjuros, una enfermedad mortal conocida como ranse, algunos objetos mágicos y, sobre todo, la presencia de dragones, algunos pequeños que se utilizan como mascota y otros más grandes que sirven como monturas. Pero no sólo eso, también existen los llamados semidragones, criaturas de apariencia humana (identificables por la forma de sus pupilas) por cuyas venas corre sangre de dragón… Poca importancia tendría todo ello si la novela no viniese acompañada por la presencia de algunos personajes inolvidables, especialmente los que forman parte de las espadas del cardenal y que, de alguna forma, recuerdan tanto a los protagonistas de la inmortal novela de Dumas. Tenemos al misterioso y callado capitán La Fargue que esconde un secreto, a Leprat el aventurero despreocupado, a Marciac, el orgulloso mosquetero del rey y su espada blanca de marfil, al callado español Almades, a la joven y sensual guerrera Agnes y al torturado semidragón Saint-Lucq, todos ellos formando un grupo heterogéneo y memorable.
Hablamos de un folletín clásico que te mantiene enganchado a la historia y no te da un solo respiro. Una novela con mucho diálogo, acción trepidante, amoríos, engaños a mansalva, emboscadas de rufianes, traiciones, dobles engaños, duelos a espada, brujería, conspiraciones, traiciones dentro de traiciones… Una combinación fastuosa de dragones y espadachines en la Francia de Luis XIII, una novela que combina explosivamente la mejor tradición de Alejandro Dumas con fantasía épica.
Indicar para finalizar que, aunque “Las espadas del cardenal” es una novela autoconclusiva quedan suficientes flecos y ventanas abiertas como para imaginar una continuación. En efecto, la novela no es más que la primera de una trilogía ya publicada en Francia. Al parecer y, a pesar de que Pierre Pevel es uno de los escritores de literatura fantástica más respetados de Europa, todo hace indicar que en España nos tendremos que conformar con leer sólo esta primera parte de la trilogía. Eso o acudir al original. Por de pronto, yo ya tengo en casa “L’Alchimiste des Ombres” y “Le dragon des arcanes” y no creo que tarde mucho en volverme a sumergir en la fascinante historia de estas memorables espadas.