Publicado en El Norte de Castilla el 13 de abril de 2018
Cuadrado Lomas. El pintor de los colores planos. De la geometría paisajística. El de las inmensas llanuras castellanas. El de las tierras construidas, los verdes chopos, las rojas amapolas, las mulas, los palomares, las viñas. El de los cuerpos geométricos puros, los grandes y pesados paisajes de Castilla, los juegos de contrastes, los colores expresionistas, el gurú de la geometría que filtra todo como el aljibe de un alquimista en busca de la esencia, de la piedra filosofal en forma de grandes panorámicas de Tierra de Campos. El poeta que ha retratado como nadie el paisaje castellano de escuadra y cartabón. El pintor de gafas de gruesa montura, boina y luengas barbas. El mismo que el cineasta vallisoletano Arturo Dueñas retrató en el memorable documental “Tierras construidas”. En aquella ocasión, el pintor ya decía, entre resignado y socarrón: “Ahora, cuando ya me voy a morir, se acuerdan de mí”. Pues bien, esta semana se han vuelto a acordar de él. Le han concedido el Premio Castilla y León de las Artes. Lo han hecho tarde y mal. El pintor, con sus 87 años, su capa de genio mayor en la que todo resbala y su orgullo de castellano viejo, ha decidido renunciar al premio. “Un premio sin remuneración no es un premio” ha dicho algo harto del ninguneo perpetuo. Al pintor, tanto tiempo olvidado, le ha molestado especialmente que alguien, con la excusa de la crisis, decidiera retirarle la dotación económica a un premio tan prestigioso. A Cuadrado Lomas y a muchos de nosotros nos encabrona que los políticos digan que no hay dinero para algunas cosas (generalmente todas las que tienen relación con la cultura) mientras se despilfarra en otras muchas. No hay dinero para el premio a uno de nuestros últimos genios pero seguro que sí que había todo el dinero del mundo para el acto de entrega, comilonas, dietas y sursuncorda incluidos. Algunos, los que le han llamado pesetero, no han entendido nada. Ni siquiera la retranca con la que contestó a la Consejera diciendo que lo único que revalorizaría su obra sería que la Junta le comprase un cuadro y lo pagase bien. Todo, en fin, se reduce a lo de siempre. Al desprecio continuo que esta tierra tiene con sus artistas. Cuadrado Lomas está por encima de todo ello. La geometría de sus cuadros no armoniza, desde luego, con los colores del desprecio.