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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL AÑO JUAN RAMÓN

Publicado en El Norte de Castilla el 3 de enero de 2008

Supongo que sería muy fácil hablar de los sapos y culebras que han salido por la boca del obispo de Tenerife. Como no es bueno empezar el año encabronado y como, además, él mismo con sus rebuznos ha revelado su pensamiento oculto y se ha puesto en evidencia, le dejamos hablar un momentito y nos olvidamos después de él, no sea que se nos atraganten las uvas. Dice el señor del báculo, refiriéndose a un tema tan terrible como el de los abusos a menores: «Puede haber menores que sí los consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan». Y añade sobre la homosexualidad: «No es políticamente correcto decir que es una enfermedad, una carencia, una deformación de la naturaleza propia del ser humano. Eso que decía cualquier diccionario de psiquiatría diez años atrás, hoy no se puede decir. Sólo un 6% de los homosexuales se deben a cuestiones biológicas; no hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica, como podría practicar el abuso de menores». Cagontó, lo que hay que escuchar. Hablando de rebuznos, acabo de regresar al mágico y tierno mundo de ‘Platero y yo’, el burrito pequeño, dulce juguete para los niños, acero y plata de luna, peludo, suave, con ojos de espejo de azabache, tan blando que parece de algodón. No debemos olvidar que entramos en el año Juan Ramón Jiménez y que en el 2008 se cumplirán cincuenta años de la muerte del genial poeta. Por ello, la editorial Visor tiene previsto publicar 48 títulos con las Obras Completas en un proyecto fastuoso dirigido por Javier Blasco. Será el momento de aproximarnos de nuevo a lo absoluto por medio de los símbolos; de que alguien nos vuelva a leer, de vez en cuando, versos de Juan Ramón; de acordarnos, otra vez, del poeta vestido de luto con su barba nazarena y su breve sombrero negro mientras cabalga en la blandura gris de Platero. Llevo unas cuantas horas del 2008 sumergido en sirenas de medianoche, en recuerdos secretos, en dolientes ramas de hojas otoñales, en jazmines con sol, en nieve vestida de vagos carmines, en lluvias que dejan solitarios los jardines, en hogueras altivas, en robles melenudos. Juan Ramón nos regaló inquietudes poéticas universales (por ejemplo, ¿cuándo duermen los árboles? o ¿dónde cantan los pájaros que cantan?), nos miró a través de ventanas conocidas con cuadros de Murillo, nos obsequió con el ‘striptease’ de la poesía («y la poesía se quitó todos esos ropajes y se quedó desnuda»), nos advirtió que de noche el oro es plata, nos legó versos memorables («Es verdad ya. Mas fue tan mentira que sigue siendo imposible siempre»). Si todavía viviese, a su definición de asnografía («hombre imbécil que escribe diccionarios») añadiría la de hombre miserable de mente retorcida que ve perversidades por todos lados. Y es que, según algunos asnos, entre las minifaldas de las mujeres y las provocaciones de los menores no vamos a poder salir de casa. Así que mejor regresar a sus versos encendidos («Y en esa luz estás tú; pero no sé dónde estás, no sé dónde está la luz») y sumergirnos en aquella máquina de coser palabras que lloraba la pérdida de un burro y se preguntaba si le habría olvidado. «Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mi?»

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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