– Dígame, ¿qué hace además de arrastrar a los hombres a la perdición en el Expreso Siglo XX?
– Es todo lo que puede haber entre nosotros: un agradable recuerdo.
– Dime, ¿qué hace una chica como tú para ser una chica como tú?
– ¿Me decepciona usted, señor? – Es lo que iba a decir yo a la señorita.
– No creí que se dedicara a coleccionar obras de arte. Creí que se limitaba a coleccionar cadáveres.
– Señor Kaplan, ¿nadie le ha dicho que se excede en el matiz de los distintos papeles que interpreta? Primero en el ultrajado caballero de la avenida Madison pretendiendo demostrar que le han tomado por otro; luego, en el fugitivo de la justicia tratando de descartar su nombre de un crimen que dice no haber cometido. Y ahora, interpretando el papel del enamorado al que le atormentan los celos y el ridículo. Ustedes pecan de excesivo entrenamiento en el FBI. Les convendría un curso en el Actor’s Studio.
– Soy agente de publicidad, no un perro vagabundo. Tengo un trabajo, una secretaria, una madre, dos ex esposas y varios barmen que dependen de mí.
– No tenía nada que hacer ese fin de semana y decidí enamorarme.
– Apuesto a que podrías llevar a un hombre a la muerte casi sin proponértelo conque deja de proponértelo.

– Buenas noches, cariño, sepa que la recordaré siempre.

Cary Grant en estado de gracia. El tipo más elegante del mundo incluso en las situaciones más estrambóticas. “No está mal un secuestro de vez en cuando, pero tengo entradas para el teatro esta noche”, comenta al ser secuestrado por dos matones tras confundirlo con un inexistente agente llamado George Kaplan. El principio de una pesadilla flordelisada con el inconfundible humor de Cary Grant y la asfixiante intriga de Hitchcock. Nos subimos al expreso siglo XX con destino a Chicago, bebemos un cóctel Gibson, nos enamoramos de una rubia peligrosa, comemos una trucha de río para aparcar bien en el estómago, sorteamos un avión que fumiga cosechas donde no las hay, descubrimos que el huésped de la habitación 796 tiene caspa, montamos un memorable show en una subasta y nos subimos a la chepa de cuatro presidentes de los EEUU en el monte Rushmore. Nos da lo mismo que Vandamm importe y exporte secretos de estado. Tan sólo nos entra un inopinado interés por el arte…. de sobrevivir y por robarle a su chica: Eva Marie Saint, la princesa con la que todos quisiéramos encontrarnos en un tren. Un carrusel de emociones sin parangón. Tal vez, mi película preferida de todos los tiempos.