Publicado en El Norte de Castilla el 2 de julio de 2020

Eran las primeras semanas de confinamiento. Las cifras de contagiados y muertos aumentaban día a día a una velocidad insoportable mientras las redes sociales y los grupos de whatsapp se llenaban de bulos que corrían como la pólvora. Todos, de repente, conocían a un amigo que trabajaba en un hospital y que sabía lo que estaba ocurriendo. Todos tenían un cuñado virólogo que sabía cómo combatir al puto bicho. Todos compartían, de manera inconsciente y a veces con muy mala baba, bulos, consignas y noticias, todo ello mientras salían a aplaudir a las ocho de la tarde. No faltó, siquiera, que el facherío patrio proclamase a Ana Rosa como la única periodista independiente, la única que estaba contando la verdad. En medio de todo ese aquelarre comenzó a circular en redes sociales una frase atribuida a Albert Camus: “Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”. No tardaron en salir expertos en la obra de Camus para advertirnos de que esa frase no formaba parte de “La peste” ni de ninguna otra obra del autor. Es más, señalaban que se contradecía con una de las últimas frases de la novela sobre las cosas que se aprenden en medio de las plagas: “que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”. Vamos a quedarnos con eso aunque viendo el desarrollo posterior y lo que está sucediendo ahora mismo, con la peña regresando como si nada a la nueva normalidad que no es otra cosa que la antigua subnormalidad, uno tiende a pensar que Camus podría haber escrito perfectamente la frase de marras. Y habría dado en el clavo.