Publicado en El Norte de Castilla el 16 de julio de 2020
Yo no me pongo la mascarilla. No se necesita. ¿Quién eres tú para decirme que tengo que ponerme mascarilla? Yo bebo cuando conduzco. No pasa nada y sé controlar. ¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que beber y cuándo puedo beber? Yo meo en la calle cuando me entran ganas. Es por mi salud y a nadie perjudico. ¿Quién eres tú para decirme cuándo y dónde tengo que mear? Yo abandono los muebles viejos en la calle. No molestan a nadie y a alguien le puede venir bien. ¿Quién eres tú para decirme dónde tengo que dejar mis muebles viejos? Yo hago obras en mi casa de madrugada porque es la hora que mejor me viene. En mi casa hago lo que me da la gana. ¿Quién eres tú para decirme a qué hora no puedo hacer ruido en mi casa? Yo fumo en el autobús, en los bares y donde me da la gana. No creo que sea ningún peligro para nadie salvo para mí. ¿Quién eres tú para decirme dónde puedo fumar? Yo aparco mi coche en un lugar reservado para minusválidos porque siempre está vacío. Yo aparco donde me da la gana. ¿Quién eres tú para decirme dónde tengo que aparcar? Yo conduzco a 150 km/h. Tengo un coche seguro y no hay peligro. ¿Quién eres tú para decirme a la velocidad a la que tengo que ir por la carretera? Yo llevo una pistola siempre y la utilizo cuando siento que estoy en peligro. Mi seguridad es lo primero. ¿Quién eres tú para decirme si puedo llevar pistola y dónde utilizarla? Y así, ad infinitum. Valga la ironía. Podemos repetir para quienes no lo pillen. Yo no me pongo la mascarilla. No se necesita. ¿Quién eres tú para decirme que tengo que ponerme mascarilla?