– Es una jactancia pensar que uno es un ser especial. ¿Crees que has inventado las borracheras?- No, eso no, pero podría patentar las mías.
– Una chica que llegó en la diligencia. Ella no era buena pero yo no se lo podía decir a él. Lo intenté y estuvo a punto de matarme. Dijo que estaba enamorado y se marchó con ella. A los seis meses regresó él solo.
– Soy muy experto en bares. Siempre entré por la puerta de atrás. No me dejaban por la otra.
– ¿Dónde piensa ir? – A algún lugar donde no haya tramposos.
– Oleremos todos a pólvora antes de que esto acabe.
– Por si cambia de opinión dejaré mi puerta abierta. Que tenga bonitos sueños.
– Un hombre tiene que saber cuándo no sirve ya para nada.
– En marcha, Colorado, vamos a darle trabajo al enterrador.
Por un lado, un viejo cojo y cascarrabias, un borracho, un joven insolente y el sheriff John T. Chance. Por el otro, un puñado de pistoleros dispuestos a todo para sacar a un asesino de la prisión. La demostración de que Howard Hawks era capaz de parir una obra maestra en cada género que tocaba. Río Bravo es uno de los mejores westerns de la historia. Una película intimista y poética que abandona los habituales exteriores espectaculares para centrarse en los matices psicológicos de cuatro hombres encerrados en un pequeño espacio mientras los peligros acechan alrededor. Hay que recordar que Hawks planeó esta película como respuesta a Solo ante el peligro, ya que no le entraba en la cabeza que un sheriff tuviera que ir implorando ayuda. En Río Bravo ocurre lo contrario: ¡menudo era John Wayne!