Una pareja de recién casados, Richard Brown y Silvia Karter, llega a Noruega. Tras una noche de pasión, Richard asesina a su mujer e, inmediatamente, manda un telegrama: “Primer asunto arreglado. Prepáralo ahora todo para la boda con Brigitte”. De esta forma tan sorprendente comienza esta fantástica novela de Silver Kane. Y es solo el principio. Richard Brown, ahora convertido en Joe Smith, llega a Hamburgo. Allí le espera Brigitte, con la que tiene previsto casarse. Paralelamente, un hombre en Oslo pide ver el cadáver de Silvia Karter. Dice que es su esposo. La policía local descubre que se trata de Branko, uno de los reyezuelos de las drogas en la costa del Pacífico. Branko les comenta que Richard Brown es, en realidad, Peter Lewis, uno de los mafiosos más buscados de EEUU… El mismo Peter Lewis que, tras casarse con Brigitte, la asesina en un conflictivo barrio de Hamburgo. Tanto Silvia como Brigitte tenían en su espalda unas terribles marcas de latigazos…

La narración se desliza a ritmo endiablado. Branko llega a Hamburgo y pide ver el cadáver de Brigitte. Comenta que estuvo casado con ella. Todo se destapa en pocas páginas. Sabemos que Branko tiene una hermana ingresada en un sanatorio de Hamburgo. Sabemos que Peter Lewis quiere deshacerse de Branko, su gran competidor en el mundo del crimen. Sabemos que, seduciendo a sus dos exmujeres y asesinándolas, Branko va a acudir a la cita. Sabemos que Branko no tardará en ir a visitar a su hermana. Peter Lewis y sus hombres le estarán esperando. Claro que lo que no sabemos es que Branko no es quien dice ser…

Estupenda narración de Silver Kane en la que ya se adivinan expresiones y una manera de narrar que formaran parte, en el futuro, del inconfundible estilo de Francisco González Ledesma. Muy significativa, por cierto, la expresión que utiliza en un par de momentos a la hora de describir a unos personajes. La novela está escrita en 1964, con el fenómeno Beatles en plena eclosión, y Silver Kane describe a tres pistoleros de la siguiente forma: “Sus cabellos, larguísimos, estaban peinados a lo Beattle” (sic). Y un poco más adelante: “Sus cabellos a lo Beattle (sic) daban risa, pero sus puños no”. Al parecer, al bueno de Ledesma no le gustaba mucho la forma de peinarse del cuarteto de Liverpool. No importa. A Silver Kane le perdonamos todo.