Publicado en El Norte de Castilla el 17 de abril de 2008.
Ha sido todo un puntazo. Ya saben, ver al príncipe Felipe enarbolando la bandera republicana en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Todo formaba parte de un documental ficcionado de formato ‘If’ emitido por La Sexta el pasado domingo. Un documental que intenta responder a la pregunta: ¿qué hubiera pasado si la República hubiese ganado la Guerra Civil? Gracias a él, durante una hora, nos regalan un cóctel de imágenes y noticias sin desperdicio. La invasión de la península por parte de los nazis, la presencia de Hitler en Madrid, la destrucción de Cádiz por la aviación alemana, la presencia de tropas españolas en el desembarco de Normandía, la llegada del Plan Marshall a España, el triunfo de Serrat en Eurovisión (cantando en catalán el ‘La, la, la’). Di Stefano como jugador del Barça. Juan Carlos de Borbón como presidente del Comité Olímpico Español. El retorno de Gibraltar a la soberanía española. Franco exiliado en Argentina, Paraguay y, finalmente en la Nicaragua de Somoza, donde está enterrado. Un cementerio de víctimas aliadas en mitad de la Casa de Campo. Aznar y Zapatero cohabitando en Moncloa como presidente de la República y jefe de Gabinete, respectivamente. El Real Madrid no es real, ningún equipo lo es (la Real Sociedad se llama Donostia Fútbol Club). Los portugueses pasan a España a ver las películas que censura la dictadura de Salazar La lista de hechos curiosos es interminable y atractiva. Todo es un juego, evidentemente. Sólo los más escrupulosos y pánfilos pueden indignarse con este falso documental. Y, sin embargo, así ha sucedido. «España se rompe reabriendo heridas». «Los acomplejados rojiprogres están obsesionados con revisar la historia». «Algunos tienen que agradecer que les hayan regalado un canal de TV». Cosas así he leído sobre el documental de La Sexta. Está claro que la República sigue siendo un tema tabú para algunos (no hay que olvidar que la imagen típica de la República en los libros escolares durante el franquismo era la de una iglesia en llamas). Para mí, la ucronía es un género literario fascinante, inofensivo y tremendamente sugerente. Es una utopía en el tiempo. Es tomar elementos históricos y construir con ellos una ensoñación literaria. Es una reconstrucción lógica, aplicada a la historia, en la que se dan por supuestos acontecimientos no acaecidos pero que podrían haber sucedido. Es convertirte en Dios y escribir recto con renglones torcidos. Ucronías en las que se especula con la victoria de los nazis en la II Guerra Mundial, ucronías mezcladas con viajes en el tiempo, ucronías sobre la guerra civil estadounidense (como el falso documental C.S.A. que planteaba una pregunta inquietante: «¿Qué hubiera pasado si los Estados Confederados de América hubieran ganado la guerra de Secesión y la esclavitud, en consecuencia, no hubiera sido abolida?»). Hay todo tipo de ejemplos: la victoria de la Armada Invencible, la Peste Negra aniquilando la Europa cristiana, España derrotando a EEUU en 1898, la revolución bolchevique fracasando, Juan de Austria sustituyendo como rey de España a Felipe II. ¡Si hasta Vizcaíno Casas resucitó a Franco! Hablamos de juego, de ficción, de especulación puramente literaria. ¡Hay que ser obtuso para no comprenderlo! Eso sí, no sabemos lo que habría pasado de haber ganado la República, pero sí sabemos lo que no habría pasado: 40 años de franquismo.