Una chica buena que se hace mala. Ella siempre esperaba, nunca preguntaba dónde habías estado, sonreía todo el tiempo, nunca alzaba la voz. La chica más dulce del mundo…. hasta que un día estalló. ¡No podías creer que hiciera algo así! Es una delgada línea la que separa el amor del odio. Nos la mostró la maravillosa Chrissie Hynde. Cualquiera nos podríamos enamorar de las dos: de la cantante y de la heroína de la canción. En 1984, los Pretenders nos regalaron “Learning to crawl”, el disco más vendido de toda su carrera. Acababan de enterrar a dos de sus miembros originales. A pesar de ello, Chrissie Hynde (con la maternidad recién estrenada, fruto de su relación con el gran Ray Davies) se sacó de la manga un disco fastuoso. Un puñado de canciones destacaban en él. Entre ellas, una perla que versionaba un antiguo éxito de The Persuaders. Un grandioso tema, con la poderosa y sensual voz de Chrissie. Las malas lenguas dicen que estaba dedicada a Ray Davies… Da lo mismo: dejando su Fender Telecaster a un lado, con aire triste, voz sensual y saudade canalla, la Hynde se pone romántica. La delgada línea que separa el amor del odio: la demostración de que las chicas malas también se ponen tontorronas.