Publicado en El Norte de Castilla el 27 de julio de 2023
Se habla del universo rosa de Barbie o de los 60 tacos que le caen a Brad Pitt, pero no se habla de algo mucho más importante. Este año se cumplen 60 años del nacimiento de La pantera rosa. Dicen que Brad Pitt no aparenta la edad que tiene, pero quien está mejor que nunca es nuestro felino preferido. Hablar de La pantera rosa es hablar de la serie de dibujos animados más grande de toda la historia; es hablar de la mítica música de Henry Mancini; es hablar de un auténtico icono pop; es hablar de una serie que rompió fronteras; es hablar de unos dibujos animados de estilo único, elegante, con humor inteligente y talante provocador. La pantera rosa es modelo de sofisticación, es psicodelia rosa, es alegría de vivir. Como decía la canción de la serie, “todo el mundo ama a una pantera que es rosa”. Un caballero, un erudito, un acróbata que se comporta como un niño, como un travieso adolescente, como un gruñón adulto. Alguien con la flema británica y la elegancia de David Niven y la acrobacia payasa de Charlot que lucha por sus ideales y que no pierde el humor. La pantera rosa nació para los títulos de crédito de la película de igual título de Blake Edwards, quien solo pidió al prestigioso animador Friz Freleng que crease un dibujo animado que fuera gracioso, mudo y de color rosa. Tuvo tanto éxito que se convirtió en un corto ganador del Oscar y en una serie de dibujos que alcanzaría la cifra de 124 cortos animados. Hoy la recordamos como un clásico del género que rompió moldes y que todavía destila vanguardismo. Algunos, incluso, la relacionan con un pastelito que endulzó la vida de varias generaciones. La pantera rosa es memoria, es libertad, es insolencia, es provocación, es inteligencia. Todo ello la puede delatar. Incluido su color. Quizá se haya librado por los pelos de ser censurada. Corren aires por Europa muy peligrosos para todos. Y mucho más para una figura antropomórfica de color rosa.