Publicado en El Norte de Castilla el 1 de marzo de 2025
Se trata, muy probablemente, de la mujer más odiada por toda la fachosfera y los machirulos de pro, lo que la convierte, de manera automática, en una de las mujeres más interesantes y relevantes de este santo país. Ha vuelto a ser carne de cañón en las últimas semanas por el mediático juicio al impresentable Rubiales y, a mayores, protagonista de un documental espléndido titulado “#SeAcabó: Diario de las campeonas” que debería ser de visionado obligatorio para todos los que todavía desconfían de las campeonas del mundo, aunque resulta fácil conjeturar que muchos no las creerían ni aun demostrando que las hacían desfilar desnudas toda la noche. Es muy triste que toda la historia se siga reduciendo al famoso beso y es muy triste escuchar a tanto mendrugo decir que “si no fuera por el piquito de Rubiales a esta petarda no la conocerían ni en su casa”. Estamos hablando de la mejor futbolista de la historia de España y una de las mejores del mundo. Internacional absoluta desde 2012 con la selección española, de la que es su máxima goleadora histórica, ganadora de una Champions League, siete Ligas, cinco Copas de la Reina, una Copa de Francia, un Campeón de Campeones en México, ganadora del Mundial y también de la Copa de Naciones. A mayores, a raíz del escándalo tras la consecución del título mundial provocado por un cromañón que quiso ser el protagonista, Jenni Hermoso acabó convirtiéndose en la abanderada de un cambio generacional, en el símbolo de una lucha, en una Juana de Arco dispuesta a sacrificarse. “Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera”, fue el grito universal que unió a todas las futbolistas del mundo. Lo más poderoso que había pasado en mucho tiempo. El cambio de mentalidad gracias a ella había llegado. Gracias al fútbol. Gracias a un beso. Total, no fue nada lo que pasó, siguen diciendo algunos. Pues fíjate lo que provocó. El Financial Times incluyó a Jenni entre las 25 mujeres más influyentes del mundo en 2023 y la revista Time y The Guardian también la distinguieron con distintos honores. La larga travesía ha sido un calvario que quizá no haya terminado todavía. Jenni siempre en el medio. Siendo utilizada por todos. En el centro del huracán sin quererlo ni saberlo. Violentada por sus jefes, presionada por todo el staff y utilizada por los que querían meter mano de una vez al capo de la federación. Hablamos de una mujer que lleva aguantando una campaña de odio y acoso constante desde el día en el que ganó el Mundial de fútbol recibiendo incluso audios insultantes y vejatorios casi todos los días. La carrera de Jenni Hermoso está destruida, obligada a salir de su país huyendo de amenazas y acoso mediático y dejando atrás todo por lo que tanto había luchado. Le arrebataron su hogar, su paz y sus ilusiones, a su madre le dio un ictus y ahora está borrada de la selección (“no venda su alma al diablo” fue su respuesta a la particular vendetta de la cuadrilla que todavía maneja la Federación). Tras ver en el juicio el comportamiento de los “señoros” que mandaban se entienden cada vez más cosas. El juez atribuye a Jenni plena credibilidad, pero dicta una sentencia magnánima y benevolente. Ninguna sorpresa, vaya. Que ser valiente no salga tan caro, decía Sabina. Quedan sus palabras y su lucha. La de su padre que la llevaba a entrenar, la de su madre viéndola jugar, la de toda su familia y amigos compartiendo su sueño, el sueño de ser campeona del mundo y de lograr algo más importante todavía, ser referente para las nuevas generaciones. A Jenni le robaron el momento más importante de su vida sacrificando alegrías y celebraciones. Por eso las palabras que dirigió a todo el mundo son el corolario perfecto para dar en los morros a todos los que la quieren llevar a la hoguera: “Se acabó. Soy Jenni Hermoso, soy jugadora de fútbol y soy esa niña que logró ser campeona del mundo”. Así que gracias por tu valentía, por tu sacrificio, por no callar, por enfrentarte a la mafia, por aguantar la presión mediática y por luchar por esas niñas que ahora sólo quieren ser Jenni, quieren ser Alexia, quieren ser Aitana.