Venero la memoria. A pesar de que la memoria acostumbra a doler, soy lo que recuerdo. Por eso no hay que darle la espalda nunca. La memoria sirve, además, para no repetir errores del pasado. Cuando alguien habla de que no hay que mirar atrás para no reabrir heridas me echo a temblar. Pocas cosas hay que me molesten más que escuchar las quejas de los de siempre cuando se estrena una película ambientada en la Guerra Civil. La gente de mi generación hemos visto cientos de películas más del Vietnam que de la Guerra Civil, una época terrible y fascinante de la que quedan miles de historias por contar. ¿Qué problema hay? ¿Por qué a algunos les molesta tanto? ¿Qué temen? Ahora estamos inmersos en la polémica orquestada desde diversos medios por la actuación del juez Garzón, dispuesto a realizar un listado de desaparecidos de la Guerra Civil. Es tan sólo un acto previo con el fin de saber si es competente para investigar las denuncias presentadas por varias asociaciones de memoria histórica. Muchos ya se han puesto el puñal en la boca. Para unos esa tarea corresponde al Ejecutivo; para otros, la Audiencia Nacional no tiene competencia; algunos hablan de que esos hechos han prescrito merced a la Ley de Amnistía de 1977; otros hablan de que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles; otros, en fin, dicen que a Garzón le gusta demasiado el protagonismo. La sociedad española le aplaudió cuando abrió procesos por hechos acaecidos en China, Tibet, Ruanda, Argentina o Chile pero no quiere saber nada de los desaparecidos del franquismo. Muchos países de los anteriores critican (y con razón) que no se limpie en casa lo que con tanto fervor se hace fuera. Ahora parece que se intenta dar un paso adelante. No ha hecho nada más que empezar pero algunas reacciones han sido bochornosas. A raíz de un
artículo publicado en este periódico sobre 80 fosas existentes en la provincia, la gente se ha lanzado a escribir comentarios. Alguno de ellos sólo puede nacer de la ignorancia o de la vileza. Todos sabemos que los dos bandos cometieron verdaderas atrocidades y que hubo dolor en ambas trincheras. Sin embargo, sólo hubo un bando vencedor. Franco hizo muchas exhumaciones, con el dinero de todos pero sólo para los suyos. Los que dicen que ahora únicamente se habla de los muertos asesinados por los franquistas, no se dan cuenta de que el censo de los muchos asesinados por los republicanos ya está hecho. De que la mayoría están enterrados, con sus placas en las Iglesias de turno (impagable la viñeta del gran Sansón) y sus familias reparadas con pensiones, ayudas, estancos, reconocimiento, homenajes. Los perdedores fueron perseguidos y padecieron torturas, asesinatos, incautaciones de bienes. No interesó recuperar sus cuerpos y siguen en las cunetas. Ahora sólo se pide que se restablezca la dignidad de esas personas y, sobre todo, que se encuentren esos cuerpos para, de una vez por todas, cerrar las heridas (no para reabrirlas). Que hallen los restos, los de un bando y los que queden del otro, y que descansen en paz sus familias. Nunca podré entender que esto pueda molestar a alguien. La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. No olvidemos. La justicia es la memoria.