Publicado en El Norte de Castilla el 8 de octubre de 2008
La suerte está echada. La Seminci llama a las puertas de nuestra memoria y nos convoca para la última semana de octubre. Llega la ineludible cita de los sueños, la semana prodigiosa que nos envuelve, desde hace ya mucho tiempo, en un nirvana de salas oscuras, luces quiméricas y mundos irreales. El rouge de unos labios memorables que están dentro de mi corazoncito desde siempre. Terminada la era Lara (con su correspondiente prórroga capitaneada por Frugone) llega el momento de Javier Angulo. El pasado lunes presentó la 53 Semana Internacional de Cine de Valladolid y ya nos estamos relamiendo el alma. Angulo ha vuelto a insistir en su apuesta por el cine europeo e iberoamericano (18 de las 22 películas de la Sección Oficial), con una dedicación especial al cine español, algo que a mí particularmente me parece ilusionante y, en los tiempos que corren, valiente. Así, unos cuantos directores y actores españoles nos dejarán sus historias (un par de ellas sobre la Guerra Civil que me resultan tremendamente atractivas, aunque sólo sea por llevar la contraria a todos aquellos que reniegan de las historias sobre la Guerra Civil). Llegarán viejos amigos como Atom Egoyan, Amos Gitai, Doris Dörrie, Alberto Lecchi o Rodrigo Plá. El espíritu de la gata sobre el tejado de cinc merodeará por las calles de Valladolid de manos de un guión inédito de Tenessee Williams. Y la hija de Redford aterrizará para que juzguemos si la genética derrocha talento. La Sección Oficial es casi siempre una lotería. Aguardemos y esperemos para ver si nos ha tocado. Aunque sólo sea una aproximación. En un año inequívocamente de transición, con apenas tiempo para preparar una edición en condiciones, no se puede exigir mucho más.
Nos prometen otros caramelos de mil colores e infinitos sabores. Es lo que tiene la magia del cine. El día antes de la inauguración planean regalarnos la ‘Noche Buñuel’, con la proyección de un documental inédito sobre la vida del más grande director español de la historia junto al que recorreremos algunos de los lugares emblemáticos de la poética buñuelesca de la mano de su hijo Juan Luis Buñuel y de su último guionista, Jean-Claude Carrière. Para acompañar la fiesta se inaugurará la exposición ‘Álbum fotográfico de la familia Buñuel’ y tendremos a los tambores de Calanda persiguiendo al perro andaluz por las calles pucelanas.
Muy sugestiva y atrayente se presenta la proyección de la mítica ‘Metrópolis’, de Fritz Lang, en el Auditorio Miguel Delibes, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Un acontecimiento único que a mí me recuerda las gloriosas proyecciones de ‘Napoleón’ y ‘La aldea maldita’ en lejanas semincis. Soy de los que piensan que las viejas películas mudas tienen un potencial que no está lo suficientemente aprovechado. Recuperar alguna de esas viejas joyas y hacerlo con la interpretación en directo de una partitura especialmente compuesta para la Seminci es uno de esos sueños que me asaltan cada cierto tiempo.
Los ciclos previstos son (y esto es una opinión muy particular porque en algún caso me tocan muy de cerca) muy interesantes. A la concesión anual dedicada a las nuevas tecnologías, hay que añadir un ciclo sobre Shohei Imamura y Bo Widerberg, o como el primero mata a Ozu y el segundo a Bergman. Un ensayo sobre el asesinato del padre que nos permitirá ver un buen puñado de películas inéditas, al menos para el que esto escribe. Algo que no ocurrirá con los otros dos ciclos. El dedicado a Gonzalo Suárez es uno de esos ciclos que, tal vez, tenía que haber llegado antes. Aun así, el padre de ‘Ditirambo’, con su cine literario tan controvertido en muchos casos, es un director muy atractivo (y no hablo de su hipnótica labia ni de su cuerpo escultural) que merece un sincero reconocimiento. Más reconocimiento aún merecería mi admirado Marco Ferreri. No conozco otro caso mayor de olvido e ingratitud para un autor, además, tan unido a nuestro país. Ningún ciclo, ningún homenaje, ninguna de sus últimas películas siquiera estrenadas. Llevo muchísimos años preguntándome por qué no se le dedica un ciclo a alguien tan importante como el creador de ‘El pisito’ y ‘El cochecito’. Después de tanto tiempo, por fin, alguien se acuerda de él. Aun así, tengo la sensación de que Marco Ferreri vuelve a quedar eclipsado. No ha tenido suerte mi querido bonachón milanés. En las crónicas de agencia que he leído de pasada, apenas se le menciona. Su ciclo, por otro lado, está compartido con el gran Rafael Azcona, recientemente fallecido. Es de esperar que algún día se le haga el gran homenaje que realmente se merece. Éste de la Seminci es un buen punto de partida.
Hablando de reconocimientos, Angulo se ha destapado con la creación de una Espiga de Honor que, a partir de este año, comenzará a concederse en la Seminci. Será como nuestro particular Premio Donosti pero con sabor a Ribera y a lechazo. Abren el fuego de los premiados un par de personajes indispensables en la reciente historia del cine español: Elías Querejeta y Carmen Maura.
Y no hemos hablado de la sección de Tiempo de Historia que siempre nos regala sorpresas… En fin, que la 53 Seminci promete. De hecho, ya estoy haciendo cola. Ah, y llamadme pesado, pero yo seguiré insistiendo hasta que Javier Angulo me traiga a Sophie Marceau. Se podría hacer un ciclo cojonudo y, de regalo, tendríamos paseando por las calles de Valladolid a una diosa. ¿Alguien da más?