“Sentí un entierro en la cabeza y los deudos dando vueltas seguían pisando, pisando hasta que pareció que empezó a tener sentido. Y cuando todos se sentaron, una misa como un tambor seguía redoblando, redoblando hasta que pensé que se me entumecía el cerebro”. Creo que lo que el poeta pensaba cuando escribió estos versos era lo mismo que estoy sufriendo en este día. Parte meteorológico emocional: nublado con riesgo de chubascos hasta la semana en que vuelvan a abrir el bar. Por si cedemos a la desesperación, pongámonos los chubasqueros psíquicos, levantemos los cuellos y pensemos en días más soleados.