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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

¿QUÉ ME PASA, DOCTOR?

Publicado en El Norte de Castilla el 23 de julio de 2009

Leo que la Consejería de Sanidad ha contabilizado, en los últimos doce meses, un total de 86 agresiones contra el personal sanitario de Valladolid. El informe no tiene desperdicio y debería de invitarnos a la reflexión. Hablamos de un fenómeno relativamente nuevo como es el de la agresión a los médicos, un colectivo que siempre había gozado de prestigio social y un innegable aura de respetabilidad. Ahora resulta que en Valladolid cada cuatro días se registra una agresión contra un profesional de la Sanidad. En el resto de España los datos son similares. En algunos sitios, incluso de forma más grave y contundente. Ya no resulta extraño que en los periódicos aparezcan noticias alarmantes en este sentido: ginecólogo abatido a tiros, psiquiatra asesinado por el padre de un paciente, médico con la nariz rota tras comunicar un fallecimiento… Dice el informe, entre otras muchas cosas, que siete de cada diez agresiones son causadas por los enfermos, que hay más peligro en Atención Especializada que en Primaria y que son más los hombres que agreden y más las mujeres agredidas (sobre todo, enfermeras). Las causas de la agresión suelen ser dispares. Tienen que ver con exigencias no satisfechas del paciente (en ocasiones la negativa a certificar una baja o a prescribir un medicamento), la masificación en las salas de espera y, en menor medida, el que el médico sea transmisor de malas noticias, las discrepancias sobre la necesidad de un ingreso o que el paciente quiere saltarse su turno. Y es que la gente se pone muy nerviosa en la sala de espera del médico. A muchos no les importa esperar dos horas para comprar una entrada de fútbol o de un concierto, aguardar un buen tiempo en la peluquería, en el cine, en Tráfico o en Hacienda, incluso esperar quince días a que te conteste el Servicio de Atención al Cliente de una empresa de telefonía. En cambio, esperar una hora o dos en la consulta de un médico saca lo peor de algunas personas. De todas formas, el aumento exagerado de agresiones contra el personal médico tiene mucho más que ver con problemas de falta de educación y civismo, de principios y de ética, y con un animalismo y violencia que poco a poco parece instalarse en la sociedad desde muy tempranas edades. Por supuesto, los factores de riesgo parten en ocasiones de las deficiencias del sistema sanitario y de la escasez de personal. Tanto recorte del Estado del bienestar y tanta semi-privatización tiene que acabar estallando por alguna parte. Un suceso de hace unos días, la muerte del pequeño Rayan, ha puesto sobre el tapete muchos de estos temas. Con ellos, los neocon afilan sus cuchillos para cargarse un modelo sanitario que hasta hace bien poco era envidiado por casi todo el mundo. El que muchos pensemos que la salud y la asistencia para todos sólo puede garantizarla un sistema público fuerte algunos no lo entienden. Y aprovechan un error o grieta en el sistema para soltar sus coces distintivas. Si no hacemos algo al respecto, visitar al doctor para que nos cuente qué nos pasa y para descubrirle nuestras vergüenzas puede que no sea tan íntimo cómo debiera. Quizá nuestro médico de cabecera nos reciba con un guardaespaldas. O puede ser peor. Puede que tengamos que acabar tirando de VISA.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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