Publicado en El Norte de Castilla el 30 de septiembre de 2010
El pasado fin de semana me invitaron al cine. Por un momento, temí que me llevasen a ver ‘La princesa del pueblo’, ese documental del que todo el mundo habla y que acaba de protagonizar una premiere hollywoodiense en Madrid. Felizmente, la invitación recayó en ‘Lope’, una recreación muy digna y entretenida de la agitadísima vida del Fénix de los Ingenios. Durante la proyección de la película no pude parar de pensar en que estuve a punto de convertirme en el doble de mano de Lope de Vega, o mejor dicho del actor que lo interpreta, el laureado Alberto Ammann. No es broma. Bueno, Joey en la añorada ‘Friends’ llegó a ser doble de culo de Al Pacino. No sé si mejoró el talento interpretativo de Joey pero yo, tal vez, podía haberme contagiado algo de la pantagruélica genialidad de Lope.
Vivimos en una época en la que los artistas son eclipsados por personalidades tan arrolladoras como la de Belén Esteban, convertida en un auténtico fenómeno mediático y sociológico. En ‘La princesa del pueblo’ hablan de ello e intentan analizar el entusiasmo que la Esteban provoca en muchas personas. Incluso aseguran que si Belén Esteban se presentase a las próximas eleccciones generales obtendría el 7,9% de votos y se convertiría en la tercera fuerza más votada. La creadora de frases tan inolvidables como «si la tiña existiría cuantos tiñosos habría» es un ídolo de masas, agota todas las revistas en las que aparece, su nombre es uno de los más buscados en Google, la gente la aclama como si fuese la reina de Saba y todo un ejército de periodistas la entrevistan cada día con el mismo arrobamiento místico que emplearían para entrevistar a Audrey Hepburn. Todo un auténtico expediente X. Muchos piensan que la princesa de plástico es más simple que los gases nobles, más basta que un ‘petit suisse’ de morcilla y tan romántica como una radiografía de Chuck Norris. Aun así, ahí la tienen, convertida en una princesa de cuento. Una razón más para hacerse republicano. Por cierto, no creo que a nadie se le ocurra preguntarle a la Esteban por Lope de Vega. Seguramente le confundiría con el gañán que se tira eructos en Gran Hermano. Resulta evidente que en este país Lope sería mucho menos famoso que cualquier ‘friki’ de la televisión. No sé si es el país que nos merecemos pero sí que es el que tenemos.