DOLOR DE ELECCIONES
Dolor de elecciones. Grandes mítines de la bagatela, la tomadura de pelo, la mentira. «El que quiera cambiar la corrupción por la buena gestión, el derroche por la austeridad, el que quiera que su voto sirva para algo, ya sabe lo que tiene que hacer» (Soraya Sáenz de Santamaría en un mitin en Sevilla). La misma frase la podría haber dicho cualquier político del PSOE en, por ejemplo, la costa levantina. La corrupción está en nuestro ADN. Eso dicen. Cosas del Lazarillo y la picaresca. En las próximas elecciones, más de cien imputados en casos judiciales de corrupción van a estar en las listas. La mayoría en las del PSOE y el PP. Los dos grandes partidos de este país critican al contrario con indecente descaro por algo que ellos mismos hacen. Les da lo mismo. Rajoy se va de gira por Alemania y le preguntan por la semejanza entre su postura (la de apoyar una lista como la del PP valenciano con cinco imputados y seis implicados por corrupción) con la del ministro de Defensa alemán que dimitió por plagiar su tesis doctoral. El PSOE mientras tanto niega en Andalucía una comisión para investigar los EREs y los chicos del PP se cabrean. Damos la vuelta a la tortilla: el PP niega en la Comunidad Valenciana una comisión para investigar el caso Gürtel y los chicos del PSOE montan en cólera. En el entreacto, y sin que te des cuenta, te inauguran un aeropuerto sin aviones. Todo vale. De hecho, seguramente las listas de (presuntos) corruptos van a salir reforzadas en las urnas. No hay nada que hacer. La democracia está en la UVI por el comportamiento de los dos grandes partidos. Y lo peor es que da la sensación de que, a pesar de que los ciudadanos están hartos de los líderes del PP y del PSOE (las encuestas los dejan a la altura del betún), en las próximas elecciones se van a repartir el pastel. Como siempre. Tal vez por ello mantengan la Ley de Partidos. Una ley que hace que un partido con un millón de votantes (IU) tenga solo dos escaños y otros con 300.000 tengan ocho. ¿Qué hacemos el próximo 22 de mayo?