EL RÍO HELMAND EN LLAMAS | EL FARO DE AQUALUNG - Blogs elnortedecastilla.es >

Blogs

Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL RÍO HELMAND EN LLAMAS

Publicado en “La sombra del ciprés”, suplemento literario de “El Norte de Castilla”, el 14 de mayo de 2011

El río Helmand es una serpiente, un gusano, un río alargado que no encuentra el mar y que serpentea entre campos de opio. Así lo describe Carlos Fidalgo en “El agujero de Helmand”, novela ganadora del último Premio Tristana de Novela Fantástica editada recientemente por la ejemplar y heroica editorial palentina Menoscuarto. Patrick Hennessey, mientras tanto, habla del desierto de la muerte en el fértil valle del río Helmand donde “las amapolas te llegan casi a los ojos” en “El Club de Lectura de los Oficiales Novatos”, exitoso libro británico publicado en España por otra pequeña e independiente editorial digna de mención, Los Libros del Lince. El río Helmand y la guerra de Afganistán protagonizan estas dos novelas y lo hacen desde propuestas literarias radicalmente distintas. En ambas, sin embargo, la verdadera protagonista es la guerra. Y, con ella, la muerte. El miedo. El terror. El sinsentido. El salvajismo de un lugar maldito desde tiempos inmemoriales: un río que atraviesa un país de viento y polvo, un agujero sin fondo en el que la guerra forma parte del paisaje.

Patrick Hennessey, joven de buena familia, decidió ingresar en el ejército para ver la guerra de cerca. “El Club de Lectura de los Oficiales Novatos” son las memorias escritas en aquel infierno. Una prosa salvaje para describir la salvaje guerra a la que asiste el novato y sus compañeros novatos. La instrucción y el estúpido adiestramiento nos deja ver a un batallón de jóvenes que la única guerra que han visto es una especie de porno bélico en color verde de visión nocturna a través de la CNN. Hijos de la MTV que sueñan con fantasías de Top Gun y Platoon, inocentes jóvenes que sólo piensan en hacer películas en el Windows Media Maker para fardar a la vuelta a casa, inexpertos soldados que pasan de ver la guerra en SkyNews a volar al centro mismo del infierno. En primer lugar, son destinados a Basora donde, las más de las veces, se convierten en unos soldados aburridos que se meten un pico de facebook mientras alucinan en unos campamentos que parecen parques temáticos (una mezcla de Brueghel y Warhol) en medio de la destrucción. Sin embargo, el desierto de la muerte, alrededor del río Helmand, les espera. Muy pronto, las granadas (comestibles) de Kandahar, las mejores del mundo, se convierten en granadas que se llevan por delante brazos y piernas. La tierra fértil del Helmand se transforma en una tierra apocalíptica/desgarrada allí donde caen los morteros mientras que en las trincheras yacen los cuerpos destrozados y el rojo intenso de la sangre se mezcla con la tierra opaca. Cuando regresan (los que consiguen hacerlo) no son los mismos. No lo saben pero tal vez ya se han convertido en yonkis de la acción porque han conocido la tempestad y les asquea la calma. Hennessey, en cambio, decidió escribir estas reflexiones sobre la vida literaria (o la ausencia de ella: el título es engañoso, desde luego) en la guerra de Irak y Afganistán.

Lo que en Hennessey son recuerdos, memoria y guerra vivida se transforma en Carlos Fidalgo en una obra de ficción que consigue aterrorizarnos incluso más (nos dan más miedo los misterios insondables y desconocidos que las amputaciones en vivo: siempre ha sido así). “El agujero de Helmand” es una novela fantástica en los dos sentidos de la palabra. Una novela en la que masticas el polvo, la tierra, el tedio, la tensión, el terror, la angustia. Un grupo de soldados tiene que vigilar La Roca, un enclave estratégico junto al río Helmand y cerca de una cueva cegada por una bomba de 900 kilos que sepultó a los guerrilleros que se habían refugiado en ella. A partir de ahí, todo parece un viaje alucinante con alma de western: el Séptimo de Caballería luchando contra indios invisibles. Porque los talibanes no aparecen: son una sombra, una leyenda negra. Lo que empieza a aparecer son alucinaciones de todo tipo: una luz en mitad de la guardia nocturna, un bisonte, música en el aire, alguien susurrando al oído en ruso. Hasta que algún soldado comienza a desaparecer….

Todo es memorable en esta novela corta con ecos borgianos (la circularidad del tiempo) y sangre conradiana (El corazón de las tinieblas). Quedan para el recuerdo detalles: el destello de una espada ensangrentada, una moneda de Alejandro Magno, helicópteros rusos, una vieja silla de barbero, una angustiosa paradoja y, sobre todo, el protagonismo del tiempo. El tiempo circular. También, y esto queda fuera de la novela, la certeza de que las editoriales pequeñas, cada vez más, tienen la última palabra.

Temas

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


mayo 2011
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031