EL ARTE DE INSULTAR
Los están llamando de todo. Ciertos periodistas se ponen cachondos insultando. Ahora la han tomado con los indignados. Comunistas, masones, guarros y vagos. Piojosos, gandules e irresponsables. Relacionados con ETA y rabiosos antisistema. Perroflautas y pijoprogres. Giliculturetas y vagos. Okupas, cerdos, drogatas y womad. El ‘numerito chabolista de Sol’ es, para los periodistas de la caverna mediática, un espectáculo de cochambre, un triunfo de la mugre, el grasiento contubernio de unos desarrapados incultos que proponen un programa económico que solo es un «cúmulo de bobadas totalitarias propio de los Castro, Hugo Chávez, Tomás Gómez o Cayo Lara». Incluso se quejan de que «llegue el idiota norteamericano de turno» y bautice el movimiento 15-M como «spanish revolution». Llama la atención la inquina que desarrollan, el elevado voltaje del insulto contra los chicos y chicas que sueñan con que todavía quede playa bajo los adoquines. Jóvenes sin empleo, sin casa y con nulas posibilidades de cotizar los años exigidos para conseguir algún día una jubilación. Jóvenes sin futuro. Les insultan porque muestran su disconformidad y repulsa hacia un sistema socio-político-económico infame (con los dos grandes partidos, los que se reparten el pastel por turnos, vendidos al gran capital). Estaría bien que utilizaran idéntica saña contra, por ejemplo, el guardia urbano de Barcelona que se quejó en Facebook por no haber podido participar en el desmantelamiento de la Plaza de Cataluña: «Tanto hijoputa y ni una colleja he podido dar». Estaría bien que su cólera se dirigiese, por ejemplo, contra la decisión de Telefónica de echar a la calle a 8.500 trabajadores al tiempo que se va a incentivar a 1.900 de sus directivos con 450 millones de euros. O contra las cajas de ahorro que anuncian ajustes para 13.000 empleados, tras haber declarado casi todas beneficios. Es más sencillo insultar a los indignados. Ellos, mientras tanto, siguen con su peligrosa política en la Puerta del Sol: «Si viene la policía, disimulad y sacad las uvas».