En una isla caribeña, un avión sufre un accidente. Gordon, el ministro del Interior, ha mandado poner una bomba para eliminar a un enemigo. En el avión viajaba, Leila, una joven y bella modelo… Poco después llega Vance a la isla. Gálvez, un revolucionario, le ha contratado para matar a Gordon. Pero las cosas, como en casi todas las novelas de Silver Kane, no son lo que parecen…
Pronto sabemos que Vance, un superagente con armas especiales (entre otras, un quitapenas del 9 largo), es el hermano de Leila, la modelo que murió en el atentado. Así que de inmediato comenzará la caza y, para liquidar a Gordon, Vance acaba liquidando a media isla. Entre otras cosas, porque Gordon, como si estuviésemos dentro de una película de Buñuel, no aparece nunca.
“Un refresco de sangre y piña” lo tiene todo: una república bananera, coronelitos corruptos, nenas exuberantes, machismo, gorilas de gatillo fácil, fiestas de plomo por todo lo alto, bikinis de dos piezas para los que sólo saben contar hasta uno, la muerte ladrando en cada página, mucha acción y mucho humor.
– Necesito una bomba de mano.
– ¿Por qué una bomba?
– Me las suelo tragar como aperitivo. Ya estoy cansado de las aceitunas.