SUJETO ELÍPTICO
Ya sabemos que a veces el viaje es un estado mental, pero también que los estados mentales cambian con los desplazamientos. En esta serie de verano que está a punto de finalizar (esta es la penúltima entrega) se ha hablado poco de viajes, aunque libros viajeros hay tantos y tan buenos… Y cerca de ellos están esos libros singulares, de difícil clasificación, que también nos impulsan al movimiento. Al movimiento mental.
Cristian Crusat vivió y viajó una temporada por territorio bereber. O mejor, habría que decir que hizo un viaje en el que la cultura bereber fue, casi al mismo tiempo, faro, nudo o huella. Y las reflexiones en torno a sus misterios, empezando por el del lenguaje, le sirvieron para hacerse preguntas sobre su propio mundo. La escritura es el vehículo de esa meditación, de ese cruzar la difusa frontera entre la realidad y la ficción, de ese mostrar la irrealidad de los biombos que aparentemente las separan. Pequeños relatos, fábulas, diarios… se amalgaman en las páginas de ‘Sujeto elíptico’ y van creando un ritmo propio, que se irá descubriendo a medida que la lectura avance. Y aunque nada obliga a hacerlo siguiendo el orden lógico de sus páginas creo que es mejor así, a la manera tradicional, pues de esta forma es como va componiéndose el puzle de este viaje. Un viaje en el que tan pronto se nos aparece Don Quijote en el transcurso de un itinerario entre Agadir y Essauira a bordo de un autobús de Supratours, como acertamos a conocer a un curioso tipo de ser humano que el autor llama ‘los hombres de las puertas’.
A ratos contagiado del lirismo de la luz resplandeciente del desierto y por momentos desmitificador de todo exotismo prefabricado de agencia de viajes, Crusat ajusta su cotidianidad en la ciudad de Agadir. También camina por las callejuelas de Tarudant, actividad que “dista demasiado del acto de pensar y, quien lo hace, de la figura del ‘flâneur’ romántico o poscolonial pues se trata de un acto reflejo, espontáneo (…) Una vez dentro de las murallas, el paseante se metamorfosea en uno de esos ponis de feria condenados a dar vueltas alrededor del penoso carrusel: exhaustos, aburridos”.
Nada aburrido es este viaje lleno de señalizaciones, de huellas. Siguiendo unas u otras el lector acabará topándose consigo mismo. Será el sujeto elíptico de la historia.
Sujeto elíptico
Autor: Cristian Crusat
Editorial: Pre-Textos
152 páginas; 19 euros