Me gustan los animales, creo que para los que me conocéis un poco no es ningún secreto además presumo del cariño que tengo a los cuatro patas.

Pero creo que para todo hay que tener un poquito de por favor, vamos creo yo.

Últimamente estoy viendo algún que otro reportaje sobre lugares especiales para llevar a los perros, no hablo de las peluquerías caninas normales, no, hablo de otras muchas cosas que la verdad me parece se salen del tiesto.

Spa, masajes relajantes, gafas, vestiditos con diseños originales que para sí los querría La Barby, que si el pobre animal pudiera hablar mandaría a su dueño a tomar un poco el aire, por decirlo de una manera fina.

Y ya no digo nada de pulseritas y otros abalorios sólo para ellos.

Antes se veían estas cosas entre las estrellas de Hollywood, caprichosas con sus mascotas hasta el delirio exasperante, pero ahora la moda ha llegado por aquí.

Supongo que cada uno hace con su dinero lo que quiere, estos caprichos para los animales no son nada baratos, pero la gran diferencia entre un perro así y los que por desgracia son mayoría, los abandonados y maltratados, es escandalosa.

Tener un animal es una gran responsabilidad, deben llevar una vida digna con sus vacunas, su alimento, sus salidas, pero sobre todo tiene que tener cariño, y eso no se lo trasmite un ridículo vestuario.

Así que desde todo mi cariño por el mundo animal en general y los cuatro patas en particular, reflejo aquí que hay cosas que me sobrepasan, supongo que más que nada porque comparo las perreras, no siempre idóneas, porque que supongo pocas veces se vigilan, comparo animales en la calle desorientados y hambrientos, comparo la soledad de los que están atados en naves industriales sin que nadie sepa que están allí más que muy de tarde en tarde.

Hace años cuando me enteré de lo que hay detrás de los animales del circo dejé de llevar a mi hijo. Un circo sin animales es perfectamente viable.

Necesitamos parece ser, para nuestro divertimento, utilizar la crueldad con el animal de turno.

Y esto es lo que me repatea, lo que hacemos con ellos, el ridículo total, o la indiferencia más total aún.

Afortunadamente existe muchas personas que tienen a sus mascotas como un miembro más de la familia y les dan el afecto y necesidades básicas que necesitan, que al final es de lo que se trata, es lo único que piden, lo demás al menos a mi modo de ver sobra.

Ojalá pudiera ser la voz que los animales no tienen, pero me temo que mi voz enmudece ante tanta crueldad que rodea este mundo de seres vivos.

¿Irracionales? Nosotros somos los irracionales cuando les ponemos vestiditos y gafas y peor aún cuando los maltratamos y abandonamos.

Unos tanto de todo y otros nada de nada. Y no traslado esto al mundo de los humanos porque hoy no toca.

Saludos blogueros.