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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LA SOLUCIÓN FINAL

Los que me conocen saben que colecciono pastiches de Sherlock Holmes, novelas protagonizadas por el genial detective de Baker Street no escritas por Conan Doyle. Entre las cerca de cuarenta en castellano que he conseguido hay de todo. Una de las últimas que ha llegado a mis manos viene firmada por la prestigiosa pluma de Michael Chabon, premio Pulitzer por “Las asombrosas aventuras de Kavalier y Klay”, uno de los más reconocidos escritores de la nueva narrativa norteamericana (hasta “Los Simpson” le incluyeron como personaje en un capítulo). A Chabon le encanta el cómic, el cine y la literatura de los llamados géneros menores. Suya es la novela en la que se basa la película “Jóvenes prodigiosos”; suyo es el guión del segundo Spiderman; ha escrito relatos de espadachines para The New York Times Magazine; también guiones para cómic, folletines pulp y una novela publicada en quince capítulos en una influyente revista neoyorkina. Lleva bastantes años intentando escapar de la literatura “seria” para reivindicar la literatura de género. En España le mirarían con malos ojos. Un capítulo más de su gratificante osadía es “La solución final”, la novela con la que ha querido homenajear a uno de sus personajes favoritos, un Sherlock Holmes aquí anciano, apartado del mundo y dedicado a la apicultura, un viejo arisco al que le duelen todos los huesos y que pertenece ya a otro siglo. Los enigmas, sin embargo, continúan bailando a su alrededor: un niño judio que no habla y que llega a Inglaterra huyendo de la Alemania nazi, un loro gris que repite machaconamente una serie de números en alemán, un viajante de comercio que aparece asesinado. El cóctel es explosivo: espías, cuentas bancarias, códigos nazis, identidades secretas y, de telón de fondo, el genocidio (el título de “La solución final” es tanto un homenaje a uno de los relatos más famosos de Holmes, “El problema final”, como una clara referencia al holocausto nazi). Novela con una ambientación extraña y muchas pinceladas de ironía escrita con un poderoso estilo repleto de complicadas estructuras sintácticas que nos devuelve a un Sherlock Holmes fuera de su siglo y de su ambiente y que nos regala una enseñanza amarga: en el siglo XX, en plena Guerra Mundial, ya no tienen cabida los héroes; tal vez por eso, ni siquiera el fabuloso Holmes puede explicar ciertas cosas: algunos crímenes y horrores son imposibles de racionalizar.

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


abril 2008
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