“Hay una cosa que ningún hombre resiste: la sensación de que el tiempo no existe. Estamos hechos de tiempo. Si las cosas que hemos dejado atrás volvemos a tenerlas delante, nos volvemos locos”.
Un hombre le escribe una carta al comisario Lubens: “Comisario Lubens, sé que voy a morir”.
Así empieza la carta y la novela. En ella, el empresario millonario Jacques Bastier cuenta que acaba de contratar a una nueva secretaria. Se llama Sonia Graham. Lo terrible del caso es que Sonia Graham murió dos años atrás. El tiempo parece rebelarse, como si hubiese dado un salto hacia atrás. Objetos que habían desaparecido de su casa vuelven a aparecer; bares que habían cerrado dos años atrás vuelven a estar abiertos…. Bastier, completamente aterrorizado, cree que se está volviendo loco.
Ingredientes:
–Una venganza largamente planeada.
–Un ladrón de guante blanco que empieza a descubrir cosas…
–Un antiguo SS que ha forjado su fortuna gracias al dinero nazi.
–Un turbio médico especialista en drogas que provocan estados catalépticos.
–Una funeraria especializada en hacer desaparecer personas.
–Unos ataúudes especiales con una gruesa capa de porcelana refrectaria capaces de burlar el fuego del horno crematorio.
–Dos mujeres manipuladas con drogas y convertidas en auténticas máquinas de matar (una de ellas, con uñas artificiales hechas con puntas de acero).
¿Quién otro que Silver Kane es capaz de mezclar todos estos ingredientes en una coctelera? No me cansaré de repetirlo: Silver Kane escribía estas entretenidísimas y originalísimas novelas en una semana. Cuantas más leo, más increíble me parece.