“Salí corriendo del Hospicio Cabañas y comprobé que había varios hombres esperándome. Disparé y, entre el tumulto provocado por las decenas de personas que abarrotaban la plaza, eché a correr. Al minuto estaba en laspuertas del Mercado Libertad. Era una locura esconderme en aquel lugar pero tenía a varios tipos pisándome los talones. No me lo pensé y entré en San Juan de Dios como quién se sube a un cadalso”.
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