“Noches de Sing Sing” se compone de tres relatos que narran tres condenados a muerte para salvar sus vidas, ya que el gobernador del estado sabe que uno de ellos no es culpable. El carcelero será el juez que premie el mejor relato y así su autor será indultado. Con este extravagante planteamiento propio de “Las mil y una noches” comienza esta fascinante novela de Harry Stephen Keeler, probablemente su novela más famosa y recordada.
“La extraña aventura de la mariposa gigante” es la primera historia. En ella se encadena un baile de disfraces con un asesinato heredero de los relatos de Sherlok Holmes y el autor mezcla en su particular coctelera extorsiones variadas protagonizadas por un entomólogo chino, un Chicago salvaje, un baile de disfraces y un pérfido japonés.
“La extraña aventura de las doce monedas de Confucio” es la segunda de las historias y en ella hay mafias chinas, trazos de novela sentimental e, incluso, una entrevista que hace el protagonista a la una princesa china.
“La falta de un eslabón” es la última de las historias y, tal vez, la más impactante. Sólo con comentar que trata de un hombre al que le trasplantan su cerebro al cuerpo de un gorila creo que está dicho todo.
Keeler en estado puro, con sus intrigas originalísimas, sus historias enrevesadas, sus argumentos-maraña y sus casualidades únicas. De todo ello habla un poco en la novela: “El arte de crear la trama de una novela consiste en la manipulación psicológica de unas cuantas ideas iniciales”, dice en algún momento, mientras nos enseña su teoría de la novela como una arquitectura enmarañada, de historias dentro de historias, de narración matrioska con varios planos o hilos narrativos. Eso sin olvidar ese aspecto tan olvidado por algunos cuando hablan de Keeler (y, por qué no decirlo, tan olvidado por él mismo algunas veces), el de cuidar el lenguaje como un orfebre y aportar una dimensión lírica a su fastuosa imaginación: “Si pudiera echar una mirada al cuaderno de apuntes de un escritor profesional, vería la más extraña reunión de observaciones aún más sorprendentes. Por ejemplo: el dibujo de las grietas hechas en un cristal por una bala; el supuesto lugar donde están escondidos objetos varios de interés histórico, perdidos para la humanidad; la curva exacta de los labios de una muchacha cuando los frunce para dar un beso; la arruga inconsciente de los párpados de un hombre que está diciendo una mentira descarada; el chirrido peculiar de un carro que lleva una sola rueda nueva; el olor de una fábrica de vinagre en un pueblo….”