Ingrid Newcobe, una joven escritora de novelas policiacas alquila una gran mansión en París. La casa es espectacular pero también bastante tétrica. Por ejemplo, en una de las habitaciones se conserva una espeluznante colección de pelucas y en otra habitación una auténtica guillotina. Por si eso fuera poco, mientras Ingrid y su prometido formalizan el contrato escuchan una música que no saben de dónde viene. Se trata del “Concierto de Varsovia”. El arrendador les comenta que la antigua dueña era una aficionada a la música y tocaba en el piano continuamente esa melodía. Ingrid, enamorada de los misterios, decide quedarse con la casa. Es el principio de un auténtico horror ya que en la casa no dejan de suceder cosas extrañas. Así, por la noche, Ingrid cree ver a una mujer con una peluca, la misma que había desaparecido durante el día de la colección que se conservaba en la casa. Poco a poco, Ingrid va descubriendo cosas que no la ayudan, desde luego, a permanecer tranquila. Se entera, por ejemplo, de que la dueña de la casa murió en la guillotina tras asesinar a hachazos a su marido, un famoso cirujano que mantenía la teoría de que podría llevarse a cabo una operación por la que podría implatarse una cabeza en un cuerpo decapitado. La aparición de una amiga de la infancia (Wanda) que se queda a vivir con ella en la mansión lo único que hace es, según Ingrid, alterar el estado de ánimo de la presencia fantasmal que vive entre aquellas paredes. Ingrid sospecha que el cirujano asesinado se ha podido enamorar de ella y por eso hace todo lo posible por intentar asesinar a Wanda. Además descubre que la mujer decapitada, es decir la mujer del cirujano asesinado, era idéntica físicamente a ella… Así, poco a poco todo irá precipitándose hacia un final sorprendente, muy en la línea de Silver Kane. Una delicia entretenidísima que se lee de un tirón. Otra pequeña obra maestra, en fin, del maestro de los maestros.