Publicado en El Norte de Castilla el 24 de mayo de 2019
El pesimista es incapaz de ver la luz al final del túnel. El optimista siempre ve la luz al final del túnel. El realista ve la luz de lejos y sabe que es un tren. Y el maquinista se pregunta cómo es que hay tres gilipollas en mitad de la vía. Así fueron algunos de los momentos vividos a lo largo de la última temporada liguera. Lo más importante: el Pucela se queda un año más en Primera. ¿Eso es bueno? Tras lo sucedido, uno no sabe. Tanto desfibrilador a mano no puede ser sano. Tampoco el sentirse ninguneado y estafado. Eso que llaman fútbol y cada vez es menos fútbol. Quizá el VAR no sea el problema sino la mierda de uso que están haciendo de él pero lo ocurrido este año ha sido masacrar a nivel futbolístico al equipo más débil y, de paso, humillarle a nivel social. En las últimas jornadas ya era un clamor a escala nacional. “Si el Real Valladolid se salva será una hazaña nunca vista. ¡Qué escándalo! Uno detrás de otro” (Tomás Guasch, tras el robo del Wanda Metropolitano). Hace unos días en La Vanguardia hablaban del mérito de la permanencia del Pucela. Según ellos, habría perdido hasta 15 puntos por culpa de los árbitros y del VAR. Da lo mismo. Se han superado todas las adversidades. El presupuesto más bajo, el equipo con menos tiempo para confeccionar la plantilla, jugadores de menor calidad y debutantes en su mayoría, lesiones… Es cierto que ha habido fallos, malos partidos, errores infantiles. Pero, al final, entre todos hemos sacado el orgullo y con la afición siempre al lado del equipo. Todos menos unos pocos parapetados tras redes sociales y foros. Pocos pero ruidosos y deprimentes. La forma de ser del castellano, dicen. Eso de llevar el ADN agorero tatuado en el alma, de bajarse del autobús a la mínima, de verlo todo negro. Produce vergüenza ver ahora los comentarios de tanto infausto profeta que ya en enero daba la matraca con que estábamos en segunda, que no ha parado de pedir la cabeza del entrenador, que se ha hartado de insultar a nuestros jugadores. Son los mismos que el año pasado también los insultaba y hablaba de descenso a Segunda B. Los mismos que decían que Mata no valía ni para jugar en la liga chipriota. Los mismos que, a nada que se tuerza la cosa, escupirán su bilis el próximo año. Pues nada. Que se tomen una tilita. Todos somos gilipollas y todos estamos en mitad de la vía pero los pesimistas (inclementes e insultantes a mayores) no tienen perdón.