Carolina, una joven estudiante que busca piso decide contactar con una agencia que gestiona un programa de convivencia entre estudiantes y personas mayores que viven solas y que se ofrecen a compartir su casa. Lo que no podía imaginar Carolina es lo difícil que será la convivencia con Román Pardo, un anciano ciego de difícil carácter que sólo parece sentirse a gusto evocando las novelas de Jules Verne, que almacena de manera prodigiosa en su memoria. Los libros del autor francés serán precisamente el territorio de encuentro entre los dos personajes; a través de las novelas de Verne, se irá gestando una intensa relación que, junto a los desconcertantes fenómenos que se perciben en la casa, nos deparará sorprendentes revelaciones.
Encantadora novela la escrita por Maria Mercè Cuartiella y Joan Manuel Soldevilla que no deja indiferente a nadie y, mucho menos, a los que amamos a Verne. Es más, me atrevería a decir que los que se acerquen a Capitán Verne sin haber leído al gran escritor francés (si es que queda alguien todavía) acabarán cayendo en la (bendita) tentación de coger un libro de Verne. Y voy más allá: los que todavía a estas alturas siguen con la estúpida cantinela de que Verne es solo un autor para jóvenes y que su literatura es simplemente de evasión, con toda seguridad empezarán a plantearse su opinión.
Capitán Verne reivindica la figura del autor de Veinte mil leguas de viaje submarino y lo hace sumergiéndonos en un viaje (no podía ser de otra forma) fascinante. Lo hace evocando algunos de sus títulos más recordados, e incluso otros quizá no tan famosos. A la referencia constante del novelista, su vida, sus libros, su relación imposible con el mar, se une la emotiva historia de Carolina y Román, la joven estudiante y el anciano cascarrabias, la joven que tiene toda la vida por delante y el anciano que ya no espera nada de la vida. Los libros de Verne les acabarán uniendo, haciendo nacer una amistad indestructible y hermosa.
“Novela de formación, novela sobre el placer de la lectura, novela sobre novelas que entremezcla lo fantástico y lo realista, Capitán Verne quiere ser una reivindicación de los libros de Jules Verne, una apología del mar como territorio literario, un canto al carácter transformador e imprescindible de la literatura en nuestras vidas”.
Se agradece infinitamente la reivindicación que de la figura de Verne hacen los autores. Durante toda la novela se deslizan comentarios encaminados a destruir todos los tópicos que pesan sobre el escritor francés, acusado de ser un novelista demasiado popular (¡imperdonable pecado!) o de dudar de su excelencia literaria. Nos quedamos con algo que no puede ponerse en duda: gracias a sus libros han viajado imaginariamente millones de lectores de distintas generaciones.
No me olvido de algo muy importante. Uno de los autores de Capitán Verne es Joan Manuel Soldevilla, posiblemente la persona que más sabe de Debrigode (él es el autor, entre otras cosas, de la imprescindible Pedro Víctor Debrigode. El escritor de los prodigios). No puede tener mejores gustos el amigo Soldevilla.