Publicado en El Norte de Castilla el 21 de enero de 2010
“Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan”, dijo Borges. Tenemos las 60 historias escritas por Conan Doyle, decenas de pastiches de aventuras apócrifas de Holmes y, por supuesto, una inagotable lista de títulos rodados para el cine y
Sherlock Holmes era desaliñado, neurótico, misántropo, obsesivo, excéntrico, genial y brillante. También experto en boxeo, esgrima y baritsu. Un fantástico Robert Downey Jr. le da un toque canalla mientras sigue fumando en pipa, disfrazándose, tocando (horrorosamente mal) el violín y alucinando al personal con sus prodigiosas deducciones. Watson, por su parte, era todo un veterano de guerra, un hombre duro y un tipo que encandilaba a las mujeres. Guy Ritchie aporta un humor gamberro, una estética cercana al cómic y una interesantísima vuelta de tuerca a uno de los iconos más importantes de la cultura mundial. Eso sí, como la taquilla manda, no se ha atrevido con el Sherlock más polémico, el que consumía cocaína en una solución al 7%. En fin, los amantes de los pastiches de Sherlock Holmes estamos de enhorabuena. El personaje literario más fascinante y multiusos de la literatura ha vuelto. Ha regresado el genio, el monstruo frío y solitario. Aquél que, al igual que Frankenstein, acabó persiguiendo a su creador. Como todos sabemos, Conan Doyle también intentó, en vano, matar a Sherlock. Hoy, más de un siglo después, Sherlock Holmes está más vivo que nunca.