Sólo a Silver Kane se le podía ocurrir titular una de sus novelas del Oeste “El hada negra”. Y no es, desde luego, el título más extraño y original de los empleados por el siempre fabuloso Silver Kane.
“El hada negra” comienza con unas elecciones para sheriff de Tucson. Los forajidos que controlan el condado, pertenecientes a la banda de Derringer (cuyo lema es “no dispares de frente la bala que puedas disparar por la espalda”), han perdido las elecciones. Esa misma noche asesinan al nuevo sheriff. Su prometida, con la que iba a casarse al día siguiente, decide colgarse la estrella, aún perforada por el balazo que había dado muerte a su prometido, y transformarse en sheriff de Tucson. Tucson se convierte, así, en una presa codiciada por los forajidos, con dos bancos, varias tiendas con mucho dinero en sus cajones, siete u ocho saloons con abundancia de botellas y, para defender todo eso, un solo sheriff que, además, es la mujer más guapa de toda la ciudad. Una mujer valiente, hábil con el gatillo e implacable con los malhechores. Una mujer convertida ya en el hada negra y cuyo único interés consiste en ajustar cuentas con los hombres que mataron a su prometido. Claro que, como en todas las novelas de Silver Kane, habrá muchas sorpresas por el camino….
“El hada negra”, la historia de una mujer fantástica con un final deudor de una época triste y gris. Como muy bien dijo Alejandro Jodorowsky: “Estas novelitas están muy bien escritas, entretienen a rabiar, son crueles y supermachistas, están embebidas en un surrealista sentido del humor… Es tan anarquista su contenido que me sorprende que Franco no mandase fusilar a Silver Kane”.