Juego de Tronos se sigue ampliando con la presentación de nuevos personajes, más escenarios naturales -me han encantado las Islas del Hierro- y más conspiraciones, amenazas veladas y desprecios. La acción continúa siendo muy similar al libro, con escenas y diálogos clavados. Por supuesto, y como toda buena adaptación que se precie cuenta con algunos matices o escenas que sirven para perfilar personajes ante lo que está por venir.
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Este segundo capítulo arrancó donde lo dejó el anterior: con Arya camino del Muro. La niña hace sus tareas cuando uno de los tres hombres encerrados en una jaula le pide una cerveza. Ese es el momento en que Jaquen H’gar se presenta. Contrasta, por supuesto con sus dos compañeros rudos y muy desagradables. Él, en cambio sabe hablar con suavidad a Arya a la que define como “más valiente que prudente”.
Cuando Arya se aleja de la jaula llegan los Capas Doradas preguntando por alguien que aunque ella piensa que es ella resulta que es Grendy. Yoren demuestra su carácter en el momento en el que amenaza a uno de los soldados y consigue que se marchen.
Tiene su gracia el momento en el que Gendry y Arya se cuentan quiénes son. Arya pregunta primero por qué le buscaban los soldados. Él no lo tiene muy claro pero dice que las dos Manos del Rey fueron a buscarle. Arya, sorprendida, le cuenta que es una Stark la hija de la Mano. Gendry empieza a disculparse por todo lo que ha dicho y empieza a tomarle pelo con llamarla Mi Señora.
En la capital Tyrion continúa con el tira y afloja con su hermana y con otros miembros de la corte bastante más escurridizos. Tyrion se encuentra a Shae charlando animadamente con Varys y al poco le deja caer que ella se lo ha contado todo, incluido que Twyn no quería que estuviera allí con ella.
Varys amenaza de manera velada a Tyrion que se revuelve diciendo que él no es Eddard Stark y que no es un hombre de honor. A cada mirada desafiante de Peter Dinklage te das cuenta de porqué ganó un Globo de Oro. Y eso que todavía no lo has visto con su hermana pero ya no falta nada.
Cersei lee la carta redactada por Robb (desaparecido en este episodio, al igual que su madre, su hermana Sansa y Renly) y la rompe rechazando la petición de idependencia para el Reino de El Norte. La reina pregunta por su hermano a su primo que es el mensajero. Sin más pasan al siguiente punto la carta de Lord Comandante con sus peticiones desde El Muro: quieren más hombres porque los salvajes se están uniendo y los Caminantes Blancos han vuelto.
Tyrion insiste en enviar a alguien pero Cersei rehúsa de plano y se burla de su hermano porque ha vuelto de El Muro creyendo en cuentos de hadas.
De momento La Mano pasa del tema.
Pero en Desembarco del Rey no todo va a ser la acción pura y dura así que contamos con una pequeña escena que dice muy poco en principio pero que sirve para seguir perfilando el carácter de Lord Baelish. Una de sus chicas tiene una pájara con un cliente así que él va a animarla. O eso parece. Nada más lejos de la realidad, en verdad la amenaza con echarla de allí sino deja de llorar y se recupera inmediatamente de que mataran a un bebé delante de ella.
Puede parecer gratuito pero con este pequeño y retorcido gesto nos damos cuenta, un poco más, de la mezquindad y la avaricia de Meñique. Algo importante con lo que se nos viene encima.
Tyrion no se ha quedado quieto. No insiste con en Muro, al menos en el tema de enviar hombres pero para aportar su granito de arena destierra allí a Janos Slynt, el jefe de la Guardia Dorada. En una cena lo despacha con Bronn a su lado que ahora es el nuevo capitán.
Mención aparte merece el cruce acusaciones. Tyrion le echa en cara que no tenga honor mientras que Slynt llama a Tyrion enano. Impactante ese último momento entre Tyrion y Bronn:
– Si te pidiera que mataras a una niña en brazos de su madre, ¿no harías sin preguntar?
– ¿Sin preguntar?, no… preguntaría cuánto.
Y esa cara merece otro Globo de Oro aunque lo mejor está por llegar con Cersei, una Lena Headey que merecería todo solo por el momento en el que Tyrion, discutiendo sobre lo que es reinar, le hace una broma sobre su relación con Jaime.
-Todo recae sobre mí. Dice la reina regente.
– Como parece que hizo Jaime más de una vez según Stannis Baratheon. Remata Tyrion.
La expresión de odio y de asco culmina en un torrente de acusaciones sobre su nacimiento y la muerte de su madre en el parto. Cada gesto y cada mirada destilan rencor. Profundo y verdadero el de ella, el de él un poco incrédulo pero igualmente intenso.
El instigador del rumor, Stannis Baratheon sigue preparando la guerra y la toma de Desembarco del Rey. Davos busca aliados entre los piratas, antiguos compañeros y amigos. En concreto pide socorro a Sallador Saan, acompañado de su hijo. Durante toda la escena y la conversación posterior se habla del verdadero dios. Eso no existe, Davos no tiene dios ni quiere aprender a leer aunque su hijo insista en ello.
Nada más llegar al castillo Stannis pregunta a Davos sobre la respuesta de Sallador y sobre si es un hombre fiable. Después Stannis pide a todos menos a Melisandre que salga de la sala. Cuando el hijo de Davos va a irse ella le dice que la luz del Señor de la Luz brilla en él y le da un beso en la mejilla ante la mirada de odio y celos de Stannis.
Ya sabemos que es alguien extremadamente estricto, duro y moralista y dentro de poco vamos a saber también que no lo es tanto y que puede sucumbir a los encantos de una mujer atractiva. Melisandre habla sobre el Señor de la Luz y Stannis sobre barcos. Cada uno insiste en su tema hasta que ella le pide que se entregue por completo al dios verdadero, a su dios.
Y aquí es cuando todo se convierte en evidente mientras que en el libro es todo más insinuado pero igualmente obvio. La atracción profundamente sexual que Stannis siente por la bruja. Se entrega a ella después de que Melisandre le alentara contra su mujer. “Te da asco” le dice, le recuerda que no le ha dado hijos (y especifico, hijos). En ningún momento se habla de la cercanía de la mujer de Stannis a la religión del Señor de la Luz ni se menciona la hija débil y triste de Stannis.
Theon sigue a lo suyo. Camino de casa. Y seguimos viendo escenas casi calcadas del libro. En la conversación del hijo pródigo con la hija del capitán a la que usa para las cosas de cama nos damos cuenta de que Theon es mucho más miserable de lo que parece en un principio. Puede que no se recalque tanto el desprecio que le despierta la mujer se deja claro en los gestos y en la manera que tiene de acostarse con ella.
Por fin en tierra, se encuentra con un hombre (no hay referencia al Dios Ahogado ni a que el hombre sea su tío) que le va a buscar un caballo a cambio de unas monedas pero aparece una chica que se ofrece a llevarlo. Por el camino él se insinúa y se dedica a sobarla un poco… llegan a Pyke y a la fortaleza.
A Theon le va a durar poco la alegría del regreso. Su padre le pregunta qué siente por la muerte de Eddard Stark y a continuación arremete con la ropa de su hijo. Theon no se ha ganado, a ojos de su padre, ni la ropa ni las joyas que lleva. Ha pagado el Precio del Oro no el del Hierro.
Su hermana Asha entra en escena ante la sorpresa de Theon. Es la chica que le ha ido a buscar al puerto y que le ha dejado magrearla cuando iban a caballo. Balon anuncia que ha puesto a Asha al mando del barco de su hermano mayor, asesinado por los Stark, y que cuenta con su beneplácito así como con la flota del Señor de las Islas del Hierro.
Balon Greyjoy no paga el Precio del Oro, sino el del Hierro, ni por su corona. Así que rechaza la oferta de Robb de luchar con él a cambio de su restitución. “No podrás contra los Lannister” dice Theon. “Quien ha dicho Lannister” replica el padre.
No se olvidan de Daenerys, la legítima, la desterrada más allá del mar continúa con si periplo por el desierto sin comida ni agua. No hay nada más que polvo y calor cuando Jorah Mormort divisa un caballo y avisa a la kalisheii. Jorah llega antes al caballo para descubrir la cabeza de su jinete guardada en una alforja. Aunque le insiste a Dany para que no se acerque no hace caso y se acerca porque es Sangre de su Sangre.
Una de las ex-esclavas de Dany llora por su amor perdido y mientras, la madre de los dragones jura y maldice en el idioma de los Señores de los Caballos.
Pero los cuentos de hadas viven y si no que se lo digan a La Guardia refugiada en la cabaña de Craster. Una conversación intrascendente sobre mujeres entre Sam y otros guardias acaba con la mayor sorpresa de este capítulo: Fantasma. Y me como lo que dije en el anterior post sobre los lobos.
Fantasma es perfecto. No sé si es porque el lobo es blanco completamente sobre la nieve blanca pero pasaría por un lobo de verdad si no fuera ya monstruosamente grande ( y lo que queda). Fantasma acosa a una de las mujeres/hijas de Craster, Elí. Sam lo ve y aparta al lobo de ella.
En una conversación omitida entre Sam y Elí ella le cuenta que está embarazada y que quiere escapar así que sin más van a buscar a Jon para contárselo. Aunque Sam pensaba que les ayudaría escapar él se niega. Le pregunta que porqué quiere marcharse ella entre sollozos le dice que podría ser un niño… pero se calla y aunque Jon insiste no consigue sacarle una palabra más y se marcha corriendo. La cosa es mosqueante.
Por fin una noche Jon ve como Craster sale del círculo de su casa con un bebé en brazos y lo lleva hasta el bosque. Lo deja en el suelo y Jon ve como alguien lo recoge. Antes de que pueda darse la vuelta Craster le arrea en la cabeza y lo deja inconsciente, fin del capítulo.
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