Dicen que sólo cuando nos damos cuenta de que nos llega el fin, encontramos la serenidad plena. Hace menos de dos años, Chris Rea nos sorprendió con un monumental regalo de despedida (“Blue Guitars” y sus 137 canciones inéditas). Ahora, por primera vez después de treinta años de carrera, nos regala el documento único que registra sus últimos conciertos (un DVD y un disco doble en directo: 18 canciones desnudas y en estado puro). Esta vez el apelativo de “última gira” no parece un simple reclamo. La gravísima enfermedad de CR le tiene contra las cuerdas. Tal vez por ello la emoción de estos últimos conciertos traspasa el propio disco. El público sabe que ya nunca podrá volver a verle: la cabrona dama del último velo ya le tiene fichado. Sin embargo, CR parece contento: él sabe mejor que nadie que estar ahí es ya un triunfo. Ha titulado a su disco de despedida “The road to Hell & Back”, un guiño a dos de sus discos más famosos y a esta especie de regreso a la vida, aunque sea provisional. Respecto al disco tenemos todo lo que amamos en Chris Rea: su voz desgarrada y su guitarra única perfumando sus temas con ese aire melancólico que tan sólo él sabe dar a sus canciones. Todo ello pasado por el filtro del blues más desnudo. Lo dicho. Pudor. Elegancia. Canciones tristes, desnudas y estremecedoras. Poesía en las letras y una voz cascada, caliente y cavernosa inconfundible. Incorregible perfeccionista, gentleman de la música, el hombre del meñique de oro, el rey del slide, el tipo que mejor ha hecho llorar a una guitarra. La humildad, en fin, de un artesano (aunque muchos sabemos que es uno de los cinco mejores músicos vivos: el único, por supuesto, que podía haber musicado perfectamente a Pessoa: la saudade y todo eso: sospecho que ya es tarde: muy tarde).