Publicado en El Norte de Castilla el 17 de agosto de 2024
Estamos todavía de resaca olímpica. Según la RAE, resaca es el malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso. En efecto, una borrachera de deportes es lo que hemos tenido en los últimos días. Y muchos de nosotros hemos cumplido, como cada cuatro años, echando el resto desde el sillón de nuestras casas. Empezamos con la medallitis de siempre, esa manía de periodistas y directivos de meter presión a los deportistas vaticinando el número de medallas que la delegación española podía/debía conseguir y luego seguimos con una ceremonia de apertura muy cuestionada, en especial desde ciertas posiciones ideológicas, que nos indicó por dónde podían ir los tiros a partir de ese momento. Las voces más rancias y reaccionarias comenzaron a posicionarse ya en el pistoletazo de salida. Lo hicieron escupiendo bilis en la ceremonia de apertura. No les gustó que tomaran protagonismo gentes que ellos llevarían a la hoguera, confundieron La fiesta de los dioses con La última cena y, en vez de disfrutar del espectáculo de la ciudad más hermosa y mágica del mundo, sacaron los cuchillos y ya no pararon. Que se lo digan a la capitana española del equipo de hockey a la que pusieron a caldo por lucir un brazalete arcoíris. O a la waterpolista Paula Leitón que no ha dejado de recibir mensajes “gordofóbicos” por las redes (ella tiene una medalla de oro y los que la insultan lo más que tienen son los huevos rojos de tanto rascárselos mientras vomitan por internet). O a Ana Peleteiro, a quien se la tenían jurada todos aquellos a los que ella no para de afearles su conducta racista y homófoba, y que en su caída (quedar la sexta del mundo no es un deshonor precisamente) ha recibido ataques e insultos de todo tipo. O, en fin, que se lo digan a la boxeadora argelina Imane Khelif. De repente algunos se han convertido en genetistas y jueces y, sin más datos, han decidido humillar, sacar conjeturas repugnantes y odiar a una mujer que, entre otras cosas, tiene un largo historial de derrotas con otras boxeadoras. Punto y aparte lo sucedido con la selección femenina de fútbol. Las chicas se quedaron sin medalla y los perros ladraron. Era evidente que al primer resbalón iban a ir a por ellas. Agazapados mientras lo ganaban todo, muchos se jactan, ellos tan patriotas, de la derrota de las chicas y lo proclaman en las redes (“me alegro que hayan perdido esas engreídas”, “el fútbol femenino es vomitivo”, “esas individuas no tienen valores”, “primero Ana Peleteiro y luego las del piquito, soy feliz”, “las femichonis han palmao”). Llevan tanto odio dentro que darían pena si no dieran tanto asco. Estas mujeres ganaron el Mundial, ganaron la Woman’s Nations League, han sido cuartas en la primera participación de la historia de la selección femenina de fútbol en unos Juegos Olímpicos, han roto barreras, han hecho historia y, mal que les pese a algunos, van a seguir ilusionándonos y tapando bocas. Esta generación de mujeres ha tenido que pelear como ninguna porque venían de las cloacas, han trabajado en las peores de las condiciones para alcanzar sus sueños, han protestado, han luchado, han sido solidarias entre ellas y han acabado convirtiéndose en referentes de miles de niñas. Todo el reconocimiento, el respeto y la admiración para estas jugadoras. Sed conscientes de todo lo que habéis conseguido. Sois mucho más que un equipo de fútbol y esto no ha hecho más que empezar. Haced oídos sordos a cantos machirulos, a discursos de odio, a cromañones para los que su único modelo es Carvajal arrancándose la camiseta. No os perdonan ni os perdonarán nunca que hayáis levantado la voz. Mujeres pidiendo cosas, exigiendo cosas, ¿hasta dónde vamos a llegar? En fin, frente a tanto hater homofóbico dedicado en cuerpo y alma a humillar, odiar y herir a quien se le ponga por delante (otra acepción de resaca habla de persona moralmente despreciable) nos queda la poesía que es lo único que nos salva casi siempre. Leonard Cohen dio con la clave: “A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado”.