Publicado en El Norte de Castilla el 31 de agosto de 2024
Hay una rotonda bien conocida por todos los que se dirigen en coche a Noja sobre la que se alza una extraña escultura que exhibe cuatro imponentes torres en acero corten. No son un capricho ni una extravagancia artística. El diseño reproduce a escala las columnas y arcos de las bóvedas del Monasterio de los Jerónimos en Lisboa y al pie se puede leer: Juan de Castillo, arquitecto universal. Castillo es el pueblo donde está la rotonda y en el que nació el, quizás, mejor arquitecto de la historia. Juan de Castillo nació, efectivamente, en la comarca de Trasmiera, tierra de gran tradición arquitectónica en la que vieron la luz prestigiosos maestros como Juan Gil de Hontañón y Juan de Herrera. Aunque parezca increíble, a Juan de Castillo apenas se le conoce en su país, muy al contrario de lo que sucede en Portugal donde es considerado un auténtico héroe nacional, siendo el primer español en recibir la mayor condecoración portuguesa (Caballero de la Orden de Cristo). Poco conocemos, es cierto, de la trayectoria profesional de Juan de Castillo en España. Sabemos que estuvo trabajando en las mejoras de la catedral de Burgos para, poco después, trasladarse a Sevilla donde dirigió la construcción de su catedral. Es en esta ciudad donde es requerido, en 1507, por el Arzobispo de Braga D. Diogo De Sousa, con el fin de encomendarle la construcción de la Capilla Mayor de la catedral de Braga. Tras numerosos trabajos para otras iglesias y catedrales fue llamado por el rey Manuel I quien le encargó continuar las obras del Convento de Cristo en Tomar donde realizó la famosa puerta de estilo manuelino de la iglesia del convento. El rey quedó tan satisfecho que nombró a João de Castilho (como comenzó a conocérsele a partir de ese momento) arquitecto de la Corte adjudicándole la dirección del Monasterio de los Jerónimos de Belem, posiblemente su obra maestra y una de las cumbres de la arquitectura universal. Si todo ello fuera poco, Juan de Castillo también está detrás de otras dos grandes joyas de la arquitectura portuguesa como son el Monasterio de Alcobaza y el Monasterio de Batalha. Se convirtió así en el gran adalid del llamado estilo manuelino, un estilo arquitectónico desarrollado durante el reinado de Manuel I el Afortunado, que vino a ser una variación portuguesa del gótico a la que se añadió ornamentación propia del Renacimiento. Un estilo que alcanzaría altísimas cotas de belleza gracias a la genialidad de Juan de Castillo, quien en una época en la que los arquitectos buscaban el cielo, asombró al mundo con unas propuestas muy personales y creativas. Hablar de Juan de Castillo como mejor arquitecto de la historia tal vez sea muy atrevido, pero lo que resulta indiscutible es que es el único arquitecto del mundo que tiene cinco obras registradas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad (a las ya citadas hay que añadir la Fortaleza de Mazagón en El Jadida, Marruecos). ¿Y qué tiene que ver Juan de Castillo con el ciclismo? Pues resulta que el próximo miércoles la 17ª etapa de la Vuelta a España sale precisamente del Monumento a Juan de Castillo. Hay que recordar que este año la Vuelta comenzó en Lisboa, justo frente al Monasterio de los Jerónimos, y de alguna forma con esta etapa se cierra el círculo (711 kilómetros en línea recta son los que separan el Monasterio del Monumento a Juan de Castillo). Allí estaremos, con los esforzados de la ruta, jaleando a la serpiente multicolor y escalando el Angliru del tiempo con sus campanas de bronce y sus magnolias de Luis Ocaña. Por cierto, da la increíble casualidad de que Castillo, pueblecito de nubes y pájaros de Mesopotamia, el mismo que asistió a los primeros pasos del gran Juan de Castillo, se ha convertido desde hace un par de años en mi refugio/escondite/paraíso. Para finalizar, que quede claro que todo lo que hemos contado, con monumentos y ciclismo de por medio, lo habría narrado mucho mejor el inolvidable y añorado Ángel María de Pablos.