Qué gozada el escuchar a los Celtas Cortos cuando estás lejos de Pucela. Un ejercicio de saudade, de recuerdo a tu gente, a tus calles, a los olores de la infancia y la adolescencia: suspiros de Pucela y todas esas cosas. Esta preciosa canción tiene, además, un plus de melancolía, una fuerte carga evocadora, una vuelta al ruedo de todo aquello que pudo haber sido y no fue (aunque sin abandonar el espíritu positivo y vital que siempre les ha caracterizado porque, como canta Cifu, “sólo recuerdo lo bueno, de lo malo nada”). El subidón de la memoria, de las miles de veces que he cruzado el túnel de las Delicias, de las imágenes de los amigos que bombardean mi mente, de ese Pasaje Gutiérrez que chisporrotea en el videoclip…. Los recuerdos al aire que me besan la cara. Los mismos recuerdos que sirven para componer una canción o para escribir una novela: los recuerdos de un amor perdido, las lágrimas derramadas, los sueños rotos del corazón, las batallas perdidas. “Retales de una vida”, memorable mezcla de “20 de abril” y “La senda del tiempo”. Una vuelta a los orígenes que es como una vuelta a casa, aunque sea un día imposible como el 40 de abril.