Rafael Guerra, Guerrita, califa del toreo cordobés, tipo reservado, orgulloso, solemne y muy dado a pontificar, no solo ha pasado a la historia por su famoso “hay gente pa’tó”. A Guerrita se le atribuyen frases sublimes, agudos pensamientos y auténticas sentencias que rozan lo filosófico:
– “Los toros, con sol y con moscas”
– “Después de mi naide y después de naide, Fuentes”
– “No me voy, me echan”
– “Hay que aligerar para verlo” (refiriéndose al arte de Belmonte)
– “Con la muerte de Joselito le han quitao el tipo al toreo”
– “En Madrid que atoree San Isidro”
– “¿No siente usted retirarse del toreo?”, le preguntaron los periodistas. “¿Sentirlo yo? ¡Eso ustedes!”
– “No te esfuerces mucho, que hace mal tiempo y hay pocos espectadores para verte”, le gritó alguien cuando toreaba en una plaza de segunda. “¡Pero me veo a mí mismo!”, replicó Guerrita.
– “Rafael, ¿quiere dejarme prestada una de sus muletas, a ver si logro torear ese toro como lo haría usted?”, le dijo un compañero de terna en cierta ocasión. “Coja usted la muleta que le plazca. Pero usted no logra torear como yo, ¡aunque se acueste con Lagartijo!”.
En fin, termino con la mejor, un prodigio de lógica y sabiduría popular: tras una corrida en el sur de Francia, Guerrita comentó a su cuadrilla que quería volver de inmediato a Sevilla. “Pero maestro, Sevilla está muy lejos”, le advirtieron. “Sevilla está donde tiene que estar. Lo que está muy lejos es esto”, contestó sin inmutarse.
Un tipo peculiar este Guerrita.